martes, 10 de marzo de 2009

Tras un tiempo de silencio...

...Y hoy no quiero cerrar los ojos ni evaporarme en tu imagen nocturna. Todo hago para evitarlo: he acabado de desempolvar mi espanta espíritus para que no entre el tuyo disfrazado de sueño que me fulmina en esa mirada que me acosa en las noches. Es claro como la luna y se sostienen sus pequeños espejos de hilos cristalizados. Ellos me protegerán de ti al cegar tus ojos de mirada nocturna. Sé que es oscura y que se pasea de noche, cuando de día es todo imposible; y más al inducirme a tus sueños en los que me pierdo en tu imagen que de día es seria y simula reproche. He puesto mi amuleto sin cerrar los ojos, esa imagen nocturna me evapora en su sonrisa que va masticando todas mis ilusiones hasta atacarme en carne propia, ajena a mi razón y estática a su doliente hermosura. Cada mañana siento heridas en el cuerpo e intacto el corazón latente que me da a la vida una corta respiración. Hoy, que respirar ya duele y cicatrizada toda mordedura en cada ilusión y fantasía, he puesto en cada espejo de mi amuleto la última sensación provista e ignorada que habitaba en mi manipulado corazón: olvido. Hoy puedo cerrar los ojos y sentir, masoquista, la incrustación de los vidrios al repelar de ti la manipulación posesiva de tu mirada nocturna que ha de brindarme en el derramamiento de mi sangre su último dolor.