domingo, 14 de febrero de 2010

Sin título

No entiendo el lenguaje de los perros en las mañanas, ni por qué están desalojando el fin del mundo. Ni siquiera la razón aparentemente injustificada sobre la ausencia de unos y la soledad de alguien que nos hubo de dejar en su lugar, donde acostumbrábamos verle recostada siempre en los puntos precisos de la casa, o sentada en otros. Ya las noches no transmiten más nostalgia... La gente inventa la muerte para recrear nuevos planos o universos, donde no habrán de encontrarse más con aquellos que siguen los mismos pasos en el olvidado abismo de esto que llamamos nuestro hábitat natural. Es simplemente absurdo y aburrido para ellos. Quizá sólo era cuestión de recriminar los hechos que la vida nos juega, y más tarde habré de explicar por qué no he de entender el principio, o tal vez buscaba un buen fin. Fracaso.