jueves, 28 de agosto de 2008

La venganza de la nada

Hubo un día en que no hubo lágrimas en ninguna parte. El Sol no brillaba (es más, no se sabía si aún existía) y no era de noche, ni tarde, era un día sin significado, forzado a tener su nombre ilustrado como: "un fondo que impide dejar caer el más allá sobre nosotros". No era nada. La frustración en los hospitales, funerales, partos, despedidas, sentencias y demás adversidades por no poder llorar ni recordar siquiera cómo era el sistema. -¿Era simple frustración? A ver... explícame el significado. -Y dime, ¿qué es lo simple para ti? ¿qué haces en mi historia?
-Necesitas de un personaje, una víctima, un culpable, un asesino-. Ese día (ignorando aquella voz) nadie se daba cuenta de nada, y, en falta de palabras, no había quién respondiera a las preguntas vacías, ni quién reclamara. No podían llorar por nada. -Eso, NADA. La gente muere, se va a los hospitales, "y no hay nada qué hacer", improvisa un disfraz ante el sufrimiento, y se justifican con "nada". Sólo es poder llorar y esperar a que nazca de nuevo la luz del Sol para así evitar caer "en ese vacío de la nada". Yo, en esta historia, seré el personaje que se busca, la víctima, el que borró las lágrimas y quien mató al Sol. Seré todos. Yo, soy la nada.
Ese día la nada habló en mi historia. Ante el temor y la falta de idea a cómo seguir, me puse a rayar las palabras escritas, y, justo antes de que borrara la nada y dejar todo en limpio, ésta sacó su furia. Estoy fuera del mundo que está en reconstrucción por la invasión de tinta, estoy en uno que no creería que fuera el mío, sentada en una banca, sin Sol. Ese día no hubo lágrimas, y en vez de caer el más allá sobre nosotros, cayó tinta...y me encontré nuevamente en ese mundo reconstruido por la nada. Me siento tan sola...

jueves, 21 de agosto de 2008

Cuando alzo y bajo la mirada...

Alcé la vista y vi todo sombrío, entre neblinas. Pese al día y el pasar de los camiones (que no recordaba haber escuchado su retumbante ruido) sentí miedo. ¿Miedo...? Confusión... apenas había visto los ojitos rojos de una torpe paloma, volteé una vez más y ya había una parvada de palomas del otro lado (¿extranjeras, rubias, ojos azules?). Ahora me doy cuenta de cómo transcurre el día... todo confuso y luego abrumadormente incoherente. (Pero, es cierto, ¡eso pasó!). Es el voltear las veces necesarias como para darte cuenta hasta de los microbios que habitan en el suelo, a nuestros pies... ¡pies! (no serán microbios...) pero esas insolentes hormigas planean apoderarse del mundo golpeando (o mordiendo o haciendo cosquillas) a nuestros pies... es otro girar de cabeza y encuentras a una hormiguita poeta susurrándote en silencio al oído. (Sí, ¡no me gustan!) (bueno, sí, quizá...). Volteo una vez más y ahora hay no una parvada de rubias palomas... (oh, palomas nomás...) sino una de tipas escalofriantes que al momento en que necesitan decir algo es necesario que el mundo las escuche (aunque no recuerdes si dejaste prendida la plancha o no). Volteo de nuevo... ¿¡Y qué hay!? (¿más carros...?) ¡No! Oh, esperen, ya no lo recuerdo en este momento... bajo la vista un momento... (oh, ¡microbios! ¡hormigas! ¡vete poeta!) mejor alzo la vista... Alcé la vista y vi todo sombrío, entre neblinas...

domingo, 17 de agosto de 2008

Tramando ser estatua (en un puesto de periódicos)

Pasa el tiempo como si fuera una burla... el aire azota con fuerza atacando mi cara. Permanezco ahí, sentada (soy una estatua). El público, al pasar, nota mi triste cara confundida. ¡Yo estaba ahí, se los juro! Sólo que ahora escribo con granos de arena y polvo tratando de mutar las nubes (o al menos decorarlas...) escucho desde lejos y muy cerca (mi estatua me respalda en aquel lugar mientras escapo en mi mente con la misma cara patética y graciosa) sí, escucho historias de plomería sobre viejos y nuevos lugares dónde localizar mejores tornillos para sus mentes... ingeniosas y masivamente destructivas buscando renovaciones plenas o estrafalarios disfraces a base de tubos de colores mal combinados... he perdido la palabra, la nube se evapora y estoy a punto de caer en el profundo vacío existencial que me invade sin dejar espacio a la respiración provocándome esa cara de estatua. Me sostengo de un hilo de nube (resiste... resiste...) el minúsculo punto de luz que alumbraba la oscuridad como toda esperanza me observa detenidamente (resiste... no...) caigo, y el minúsculo punto también, persiguiendo mi cabeza. Abro los ojos. Ya no era un minúsculo punto... era un resplandor insoportable y no esperado aún todavía (¡la estatua cobra vida!). "Expliqueme el anuncio" (¡el fin del mundo está cerca!, estuve con dos hombres a la vez... ¡usted lo vale! cuídese con los diferentes jugos de...). Eh... ¿cuál? El de "No molestar". Ah... pues, usted verá...

sábado, 9 de agosto de 2008

A la espera de algo...

Al paso de los días, de los meses en proceso mutante, quizá en años, permanezco aquí... condenada a los segundos malditos y enfurecidas horas de nostálgica espera irremediable. Por hoy sabré que te he perdido, y por siempre sabrás que soy tuya. Hice míos tus deseos, tuyas mis añoranzas. Pacté con el demonio del tiempo y la diosa de la esperanza que si te volvía a tener en mis brazos una vez más, suspirarte al oído, muda, darte a beber mis lágrimas y ver tus ojos vacíos de duda y de encanto, daría mi vida en ese instante sin confesar que he vivido esperándote en vano, preguntándome si algún día hubo un lo nuestro. Indagando entre pequeños momentos y días de agradecida alegría, en tus recuerdos y los míos y en las lágrimas que quedaron en cautiverio guardados en la tela de nuestras almohadas privadas de toda luz mientras portábamos un disfraz sin excusas y una máscara de aparente alegría. En las noches, cuando el calor se impregna en mi ropa y las estrellas escapan, la luna con su solitaria sonrisa me acompaña a crear en el aire los diversos mundos de ensueño que pudieron ser nuestros aún sin saberlo. Me pregunto, a través de esa contaminación de ilusiones si tú también leerías aquellos cuentos de terror y fantasía buscando por qué hay en la vida finales felices y otros desgarradores. Han pasado los días, y aquí me encuentro escribiendo estas líneas que quizá no tengan importancia alguna que seguir esperando al invierno y nueva poesía sin culpa ni verdades.