martes, 15 de febrero de 2011

De la nostalgia y sus silepsis

Apenas hoy me atrevo a llorar como si estuviera sola. Y lo estoy, patéticamente lo estoy frente a un escenario abstracto de miserias y desgracias. Porque ciertamente, los espectadores tienden a buscarse en espejos y la imagen mía en días como hoy suele reflejarse en ellos. No obstante, siento un nudo en la garganta acompasado con el estómago que quisiera deslindarse. Temo sufrir un ataque, escupir sangre en lugar de palabras. Caer una y mil veces y no terminar de arrastrarme por el infinito. Aferrarme a una salida para no encontrarla, precipitarme de mi manantial de lágrimas estúpidas y dejarme caer hondo. Es lo justo. Y, aun así para mis males, puedo sentir temor de tanta nostalgia distribuida a lo largo de mi cuerpo, dueña de su sombra que me persigue a cada paso y momentos dispersos de la vida. Pocas veces puedo apreciarla, amarla es lo complicado. Posee tanto de mí y es a lo que más le tengo miedo, la maldad como materia queda en segundo término. No puedo confrontarlo siempre, simplemente no puedo. Inexplicablemente lloro por no querer herirme con mis propias manos, el utensilio de las cortadas ha sido cada frase para que revienten en mi cabeza. Guardaré silencio como siempre... para no que no escape la sangre.

sábado, 12 de febrero de 2011

Feliz cumpleaños

En el más allá.