miércoles, 28 de diciembre de 2011

A ti

Nuevamente recordé aquellos días que compartíamos juntos, las charlas entre todos y rumores de otros, bromas y pequeñas travesuras como jugar con las sillas infantilmente a lo largo y ancho del lugar, escapar a la tienda para ir por la chatarra del día o el pan que acompañaría el café de la mañana. No tanto dónde nos conocimos ni cómo, porque hasta estos días me temo que lo mejor que nos llevamos cada quien fuimos nosotros. Sin embargo, lo que más recordé fue cuando me tuve que ir. Es verdad que lamentaba mucho perder la oportunidad de tener una trayectoria mayor, que extrañaría a los amigos que hice, que hubiese terminado simplemente así. Pero más que nada, pensaba que tal vez no te volvería a ver y lo que me afectaría. Me sentía tan incapaz de volver para persuadirme de que sin más, había perdido un pedazo de todo... los reclamos que te hice de no advertírmelo antes sin que supieras nada. El que hubieras estado ahí cuando llegué me salvó. Me ayudaste con mi pesada carga y me acompañaste en los siguientes pasos que di, hasta que nos volvimos luz y sombra, sombra y luz. ¿Qué hubiera sido ahora de mí, si no? reconozco las mejoras que hubo en mi persona, como una mayor voluntad de hacer las cosas que pensaba hacer, ni siquiera pensado o dejar sin más así, dejar de huir de todos los que me rodeaban, sentirme menos abrumada de experimentar nuevos cambios, tener sobre todo, confianza en mí. Pero todo eso es porque sé siempre estás a mi lado. Y a veces me pregunto qué he hecho yo por ti, qué hecho... qué puedo hacer. Lo más que mis palabras logran es escribir cuánto te agradezco y quiero... que soy feliz de empezar un nuevo año. Gracias por ello.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

De la tonta nostalgia

Últimamente lo que me rodea me ha dado razones para sentir nostalgia: el calendario, repasar tiempos laborales en una u otra institución, las personas que en cada una de ellas hubo y que siempre me dieron algo de qué hablar o sentirme molesta, no recordar sus nombres en el momento preciso, recordar sus apodos y manías para olvidarlas nuevamente después, no saber con exactitud algo gracioso, cosas dichas con ingenio, bromas planeadas, ideas, lugares donde la he pasado bien con viejas amistades tiempo atrás, en la actualidad, ayer, lugares que han sido modificados, no existen, hay otra cosa, un agujero negro, un árbol seco, parques que no transito muy seguido sin estar lejos, bancas, banquetas, ciudades, calles, los periódicos que por corto tiempo existieron y noticias que no encontraré más, ser mala para contar chistes cuando quiero, olvidar parcialmente un libro leído hace poco tiempo, ser pobre y no comprar buenos libros por caros cuando los que tengo de segunda están muriendo, las amistades poco frecuentadas, sus (mil) números que conservo relativamente en vano porque casi nunca contestan al momento de recordarlos, querer invitarles a salir o celebrar algo juntos, los buenos chismes porque jamás son reales (o ya pasaron) cuando de verdad son buenos en cada uno de sus detalles, los malos porque son malos, el café negro mezclado con repentinos cambios de clima sin azúcar, las enfermedades a base de política-ficción y reales, las próximas elecciones y pasadas, saber que soy feliz a pesar de ello, ver niños (raros) preocupados por las imágenes puestas en cada cajetilla de cigarros y pensar que ya no fue mi tiempo para razonar al respecto, o darme cuenta de que lo evito quizá por un turbio (por no decir absurdo) motivo suicida y ridículamente placentero, ver niños golpeados/pateados por sus madres en plena calle, los niños en general, verlos crecer, sentirme mayor, ingenua, terminar la carrera, seguir pequeña, ingenua, salir a la imprevista lluvia sin paraguas, el fallecimiento de Cesaria Évora, la muerte, extrañar a eterna y poca distancia al ser querido, al amado... Pero no el fin de año en realidad.

martes, 13 de diciembre de 2011

Lo malo de tener blog

Las ilusiones temporales (ya no ópticas) son muy engañosas. Apenas he terminado otro semestre de manera un poco desesperada, cuando de pronto ya se acabó noviembre y han transcurrido trece días de diciembre. Además, en este tiempo que creí relativamente largo y corto a la vez, me he dado cuenta de algunas cosas (¿o vicios...?) tales como: no publiqué nada en el blog, los cambios de clima ya me afectan, he logrado romper récord en comer sopa de pasta por ¿una semana consecutiva o más...? descubrir unas galletas que al fin me gusten aparte de las únicas que me gustaban, el coffee mate de avellana, oler cosas deliciosas sin saber si existen esos aromas o al revés, que falta exactamente un año para que termine la carrera (si no es que el aún supuesto fin del mundo se anticipa) y que he sido (casi por completo) más feliz de lo habitual a pesar de los problemas que nunca dejarán de existir.
He tenido muchos momentos de alegría, lo cual ha compensado los pocos de tristeza y tantos de estrés. Puedo decir que a final de cuentas todo me ha ofrecido una mejora a costa de las circunstancias, y que esto me tiene motivada para ya ni siquiera saber si optar por hacer algo o no primero de tantas cosas que tengo en mente: leer libros que imposiblemente leería, crear personajes, una técnica de trazo, recordar historias o ideas que nunca escribí, utilizar colores o pluma y descansar el lápiz, tener ingenio para los títulos o nombres (por ejemplo, hasta ahora sólo sé que mi próximo gato se llamará Bustrófedon y que lo imagino grande, dominante y un poco obeso.... eso no resulta bastante ingenioso que digamos), encontrar y lavar aquellas tazas que he usado para comer o tomar café, sacar ropa u objetos que ya no usaré, tratar de poner orden a todo cuanto se pueda. Ser al menos un poco compatible con la lin... no, imposible.
Por otra parte tendré muchos días libres para fantasear con salir de viaje, volar a pesar de mi ligero miedo a las alturas sin necesidad de un avión, hacer cuenta regresiva de cuánto falta para que termine el año, mandar un guión para hacer una buena película de aliens, hacer más blah, blah, blah para encontrar (como en una sopa de letras, vaya la semejanza) o más bien inventar la nueva y próxima palabra del diccionario, manipular mis horas de dormir para saber si acaso los sueños tienen un horario específico de cuándo son buenos, malos o si simplemente para mí no lo tienen porque casi nunca los recuerdo... Y sobre todo, no dejar el blog para luego solamente escribir cosas sin sentido como estas (las cosas sin sentido ocupan demasiado espacio) En fin, al menos ya me desaburrí un poco por hoy...