miércoles, 25 de noviembre de 2009

Razón de nada

No hay necesidad de esconderse ni de ser escondidos. Los momentos que nunca vienen y que súbitamente aparecen se quedan ahí como la sombra del ayer. No hay excusa de ser, ni hay motivos para siquiera intentarlo. ¿Quién, realmente, tiene una manera de permanecer siempre incauto o extrovertido, de cualquier manera que lo defina como un ser? La persona que permanece a mi lado grita y se levanta desconcertado, mientras los demás le observan con escondida extrañeza que más bien pareciera una risa ahogada. Yo, mientras tanto, me pregunto cosas que no van al punto en un punto que se supone debería de corresponder al ritmo de los puntos acumulados en un mismo lugar a punto de colapsar unos con los otros. Callo, podría estar gritando también.
Que no hay ninguna necesidad, nada, puesto que todo es rutinario y pasajero, ¿para qué servirnos de la idea, irnos a esconder? Que la sombra del pasado se nos caiga encima y nos metamorfoseemos en él mientras untamos los pies en desgracias ajenas y oportunidades desperdiciadas, cuando las manos rotas se asemejan al ritmo de todo y de nada. La persona que hacía un momento permanecía a mi lado seguramente estará haciendo esto, recordando la causa desconocida que provocó sus gritos y ademanes desconcertados, pisoteando el infortunio de otros que siguen en lo suyo mientras él sin darse cuenta se siente revelado. ¿De qué nos sirven tantas cosas, si no habremos de sensibilizarnos siquiera por nosotros?

jueves, 5 de noviembre de 2009

Otro no sé qué...

La primera noche me preguntó: ¿Les quedó bien los vestiditos a los pescados? Y claro que la miré extrañada, creí que ahora sí estaría delirando, cuando le respondí: "Sí..." Sin pensar realmente en serio la respuesta. Sólo quería llegar a acomodarme a su lado para compartir la imagen de los diversos vestidos flotantes, y temo que me la pasé riéndome durante toda la noche en la oscuridad solitaria de mis sueños olvidados...
La segunda noche me preguntó: ¿Trajiste contigo a los hombres de cartón? Y claro que la miré aun más extrañada, ya no podía creer ninguna otra cosa más, cuando le respondí: "¿De qué estás hablando, qué sueñas?" Pensando ahora sí en dicha respuesta, ya que me pareció interesante ello. Sólo que luego no pude comprender cómo es que no puse tanta atención a pescados con vestidos... (¡blasfema!) Y temo que luego pensé en alguna auto crítica más razonable para ofrecerme y quizá ofrecerle a los demás...
La segunda noche no terminó ahí, pues cuando hubo de darme respuesta, contestó: Qué bueno no los trajiste, porque luego quieren sacarme de la cama. Ante esto, no pude contener la maldad que me caracteriza en estos casos (que ya habían acontecido otros, pero no los recuerdo, sólo un golpe en mi estómago al grado de quitarme el aire y un "traéle la bolsa a la bebé porque ya se va..." hoy todos la extrañan) pues le inquirí: "¿Sabes qué...? Sí los traje". ¡Pero cómo, si yo llegué primero! ¡No me importa que tengan frío, a mí no me sacarán! (Silencio) ¿Cuantos son? "Cinco" ¡Pues sácalos, o los saco yo! Amenaza con voz de ensueño. No le hice caso. Entonces, en el momento menos esperado, al sentir un bulto próximo a ella, transcurrida una hora o media, sin movimiento, pero extrañamente pesado (tal vez los cinco se encontraban amontonados o acurrucados entre sí) ésta se dispone a cumplir venganza: la ahora hermafrodita con un sexo multiplicado al cinco y el otro enteramente ignorado, pasó a dormir la noche en donde sólo los cartones son bien aceptados sin importar estado u otros detalles, cubriendo el cuerpo de otros tantos que soñaban tener encima a cinco hombres de cartón, sin la intención de robarles territorio en el angosto callejón. Pronto descubrí la vocación de ser uno de ellos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

No, sigue sin fin alguno

Terminó el maldito mes en el cual sólo escribí qué tan deprimente era todo y qué tan imbécil/depresiva soy... En fin, eso no terminará de ser cierto, pero espero escribir ya cosas cuan lo menos poco distintas (eso es raro de escribir).
No sólo terminó el mes, también he acabado de revisar el maldito libro de la Sra. P (sí, por un tiempo que creí indefinido ya no quise escuchar más la palabra "mágico" ni nada relacionado con la magia involucrada con el conocimiento) pero hoy puedo aguardar a que algún suceso (más extraordinario que mágico) suceda para mi bien y el bien común de los todos que me rodean.
Igualmente ya terminará un ciclo (pequeño) más de la carrera... Admito que mis fuerzas ya no tienen superpoderes de aguantar tanta carrilla: me siento mal si no bostezo bien o determinadas veces al día, así como el quedarme estampada sobre el teclado al momento de decidir hacer las tareas. Sí... por qué no... Tener un hambre de perro por determinada paga que no rinde sino para deudas y ya no más, como el salir casi corriendo de la última clase para ya no parpadear. Eso sí: espero que para el próximo curso regresen a mí los superpoderes....
Último: simplemente no le he podido encontrar el significado a los días festivos... Salgo de trabajar más tarde, sin comer, y sin paga doble.