miércoles, 28 de julio de 2010

De regresar, despidos, gatos y demás...

Ya no hay más tiempo: irse, quedarse, volver ¿qué da? Como el gato que al recibir caricias, siente miedo (o la muerte aun más cerca) o al que en vez de verle y decir "qué bonito" ya no le queda de otra que habituarse a las patadas ¿qué da? Esperar a la santísima luz que nos ilumine para no pensar más en cosas mortuorias ¿qué da? Ver rostros apenas habituados a la memoria, para dar fin y despedida ¿qué da? Eso no va a borrar sueños de tristeza y tristeza concretada. Resultado: cierta indiferencia frustrada. ( ... )