sábado, 25 de diciembre de 2010

Vacilación

Creo que algo debería preocuparme.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

. . .

Esto de ponerse a pensar resulta molesto. Más cuando es por ocio y no tanto por necesidad. La época tampoco ayuda demasiado. El carajo lugar se encuentra como abatido por una bomba que nunca va explotar y de la cual vivo sentenciada estos últimos días. Me pone de un humor tan sabroso, que a veces creo ser bibliotecaria obsesionada-compulsiva en cuanto a una actitud y orden requeridos para vivir en cierto margen de tolerancia, del cual un paso que avance de más, dependa el universo. Si tan sólo la maldita dinamita se dignara en actuar... Pronto termino.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Zozobra

Aquí estoy de nuevo, titubeante. Veo cómo las personas llevan en las suelas cúmulos de nostalgia. Observo mis zapatos y los encuentro secos, tanteo mis ojos y están como desiertos. A veces quisiera ser lluvia y no pensamientos que se disuelven. No extrañar las ausencias ni presencias constantes, ser número par y no tan discorde. Dejar de decir no y entregarme a los azares. Abandonar la práctica diaria de segregar el alma para compensar la pérdida de alegría encontrada en algún rincón incierto. Si dentro de tal actividad encuentro en mayoría nostalgia, la echo. Tal vez por eso que titubeo al pensar que es por mi culpa que la gente cargue con desdichas, las mías, que vagan pisoteadas por sus caminos cansados. Quizá en determinado momento me quede sin alma y de nada más que hablar ni de ser inconforme. Ahí me ven aprovechando la lluvia de hoy para formar lodo y en él enterrarme.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Sueño perturbador

Soñé contigo otra vez. Tú, que te creía tan fuera de mis sentidos.
Volvías como nunca hiciste. Yo lo buscaba sin encontrarlo...
Tú lo escondiste, desde que lo conociste noté algo de desagrado.
Hiciste algo para que sintiera mucho miedo y del miedo olvidara.
Te disfrazaste de ti, y de la actitud de él. En un abrazo llegaste.
Me llamabas como él lo hace, con la misma sonrisa y mirada.
Confundida me llevabas a ninguna parte. Eras felicidad, todo.
Atravesábamos calles nunca vistas, iluminadas de nosotros.
Nos veían como los mismos de ayer, desiguales del siempre.
Veía el tiempo y no transcurría, en besos se detuvo el instante.
Eras tan real que tocaba las paredes y derredores, tu rostro.
Algo me inquietaba, te reconocía poco a poco sin recordarte.
Antes de tiempo me propusiste ir al mar, en un carro pequeño.
Al llegar pasamos por un sendero justo a la mitad del océano.
Tardamos en notar que no llegaba a la orilla, sin temor.
Dejabas el volante y en un abrazo nos consumieron las olas.
¿Por qué?

Café acuarela

Quiero una sobredosis de café. He descubierto que tomándolo aprisa sabe mejor, se siente adherido a la garganta, suave y amargo. No sé si lo triste sea que no me provoque una aceleración masiva como suelen decir algunos que les pasa. Quiero que en este lugar las cosas giren, que yo tenga la capacidad de dar vueltas sin siquiera notarlo, pensar que el mundo es el que gira para mí y no sentir esa náusea natural al percibir tal adrenalina que engaña y se vuelve en contra. Porque cuando las cosas giran, a veces es para causar daño, el mundo hiere al pasar de dicha manera. Y es que ya me aturde la quietud tan cerrada de este lugar, el cruzar una y otra vez de una posición a otra sin más cambio que el que sucede afuera. Es como si estuviera atada de una cuerda a la medida exacta de los pasos, con los ojos sujetos de arriba hacia abajo para apreciarlo mejor. Pero el café me reconforta, es una gracia que permanece oscura y se extingue para volverse luz dentro. Y a esto, ya quisiera romper tazas con café para navegar en este lugar y encontrar vasos perdidos hacía tiempo, alfileres y tal vez una que otra moneda... Ir tomando café en la travesía; la cuerda es suficientemente larga. Claro, haciendo referencia a un cuento del que casualmente me acordé. Lo que me preocupa es que yo misma termine con el encanto y reviente. No sé, la única ventaja que me llevo de esta mañana es todo esto que en parte imaginé y siento. Ya casi se termina la taza, he de volver a la realidad.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Esperar

Últimamente el concepto de la soledad ha caído sobre mi espalda duramente. Y es injusto que le deje reposar así porque sí. Llegó como siempre, con su saco café oscuro y bufanda. Al principio era creíble gozar de una soledad casual, a expensas de la gente y olvidando haber estado así hacía tiempo antes. Pero la dejé ser y estar por algunos días, hablarme de su pasado y hacerme recordar el mío, hablarle cómo ha sido desde entonces. Siempre es incómodo querer ofertarle una breve estadía en aquel lugar donde me gusta estar, porque por lo regular me siento bien ahí y se me permite llorar aunque sea poquito. No obstante, me da miedo que me abandone, y no sé porqué. Tal vez porque si me abandonara mi propia soledad, tomaría la decisión equivocada que antes recurría a mí constantemente, cada vez que la soledad se la pensaba. Un mal pensamiento no es buena compañía, y no es que es que sea drogarme o tomar alcohol a morir. Es solo que... hace tiempo que no sucedía cosa tal. Puedo creer en superar el momento, pues sé que vendrán más debido a una razón enorme que no puedo culpar. Porque me gusta esa razón, estoy enamorada de esa razón tan casi doliente. De lo demás siempre habré de preocuparme, o mejor dicho, debo estar adaptándome a ello. Espero a que llegue la razón, antes de que me abandone.

domingo, 21 de noviembre de 2010

De la rara violencia

Cierta vez leí sobre una especie de violencia surgida a partir de una carcajada, de lo inevitable que es no perturbarse tras repentinamente presenciar una alegría de dicha magnitud. Así mismo y contrario a esto, de lágrimas que brotan entre la dicha o el placer, llegando a la siempre inexplicable nostalgia. Resulta extraño querer pensar en una razón concreta de las cosas en medio de la nada, reír o llorar de la nada. ¿Será eso una verdadera violencia? La confusión provocada, quizá. Pero algo tenía de razón respecto a la violencia este texto, y era que no tenía hora para llegar, ni modo. Todo el tiempo somos verdugos de la palabra, del inesperado momento en que adquiere su forma. ¿Concebiremos al mundo como a una piedra desmoronándose bajo la fuerza de nuestro puño, una parte precoz del desconocido inconsciente...? Y es ahora que ya no me quedan palabras, porque la resolución queda siempre pendiente.

martes, 16 de noviembre de 2010

La esfinge perpleja

¿En qué parte del cuerpo reside esa proclividad a lo inmundo? A veces se nos manifiesta claramente esa condición universal que nos inclina hacia cualquier forma de lo degradado; conformamos entonces nuestras aspiraciones a las determinantes siempre apremiantes del equívoco. Somos entonces como un error del dios; como una errata en un libro banal.
Imagen... instante...
¡Qué extraño es el orden de esas dimensiones!
Me hubiera confabulado conmigo mismo para escribir una novela en la que no hubiera un solo orden de la realidad que no estuviera involucrado como substancia misma de ese texto. Si yo consiguiera escribirla, eso querría decir que la substancia del mundo son las palabras... y, en cierto modo, que yo soy el dios.
Sí; porque la aspiración de ser dios es la más legítima (porque es la más alta que puede ser concebida).
La esencia del dios es su legitimidad como certidumbre del espíritu. Si los dioses no fueran tan patentes, el pensamiento sería imposible.
Los dioses son todo eso que no es la realidad.

martes, 2 de noviembre de 2010

A ella

Nunca antes había percibido abrazo alguno y disimulado de la muerte. En días como hoy tan sólo sabía que la tradición era celebrar a los difuntos, desconocidos la mayoría de ellos para mí, ya que aquellos que resultaban conocidos (sea familiares o amigos) me parecían un recuerdo que se manifestaba alegre al regresar en su compañía, en el pasado. Pero hoy es inciertamente lo contrario. Desde ayer que la recuerdo a ella, y no es que no la hubiese pensado antes. Es extraño saber que tengo una ofrenda a su memoria, y ya no pueda compartirla... Una taza de café, un pan dulce o escuchar la radio en las mañanas. Ahora triste sorbo de la taza y saboreo amargo las migajas. Pero sé que no ha de ser así, que no le habría gustado la idea de saber tales cosas que no se hicieron sino para ser disfrutadas. Aun así, espero desde lejos sepa que la extraño, pero que no me venga a jalar las patas. Creo que soñé con dicha promesa, o alguna vez nos llegó con la amenaza.

lunes, 25 de octubre de 2010

Grietas

Alguna vez he pensado que soy una especie de grieta levantada del suelo. Es confusa la sensación de extrañar aquella postura siempre inconfortable, porque ser una grieta es únicamente daño. Pero, no todo es absoluto ni mucho menos plano, dispensando la similitud de palabras. Déjenme explicarme: Absoluto es creer tener todo sin ningún límite y poder rodear sin más un espacio en blanco, blanco porque es puro y carece de manchas (ocasionando mareos y deseo de encontrarse con otras tonalidades). Ahora, la plenitud es extraña porque llega el temor de no tener otro rumbo y sentirse perdido al seguir algo aparentemente sin sentido, lo que haya a los lados podría ya resultar indiferente y claro que eso sería de preocuparse sin siquiera pensarlo. Por eso que creo necesarias las grietas, porque están ahí para advertirnos que hay algo en el camino de lo cual deberíamos cuidarnos. Pero no por esto que extraño ser una grieta, aunque al menos antes solía pasar sobre mí y percibir desde adentro que algo mal estaba haciendo; era entonces que dejaba de aplastarme y fijaba la vista a los alrededores para ver por dónde diablos iba avanzando. En estos tiempos voy como si diera vueltas o fuera paralelamente hacia ningún lado, porque tal vez me cansé de mirar todo desde abajo. Yo lo creía un error, todos ven las grietas como algo malo. Pero, ya que cambié de opinión... Me hallo en esta absurda contradicción de saber si realmente quisiera algo. Y sí lo sé, pero ahora no puedo regresar a mi antigua posición. Porque tal vez pueda hallar algo más que una grieta reflejada al paso, y no precisamente una catástrofe. Para eso, debo estar de pie y verlo desde alto.

domingo, 17 de octubre de 2010

Está dicho

No estoy hecha a la medida de las carteras, porque más temprano que tarde, agarran su propio camino... Y las muy malditas que se van cuando más les conviene (ya empiezo a creer que no son un simple objeto inanimado, sino que también tienen sus propias ambiciones) era de imaginarse.

domingo, 10 de octubre de 2010

Después de todo redondeado...

"Lo justo de la diversidad de pensamientos, el amor a la tierra y libertad" no son falsos ni verdaderos, precisos o limitados. Son sólo el encubrimiento del sufrir de algunos y felicidad de otros, así como el tormento celoso de tantos. Sentir, por así decirlo, se deslinda de culpa tras sólo ser la mínima parte de una idea oblicua y de digestión echada sin más a la suerte. El resto, puede carecer de importancia.

martes, 5 de octubre de 2010

viernes, 17 de septiembre de 2010

Bla

Como si resultara fácil de escribir, escribo. No sé por qué tal estupidez. Quizá sea la necesidad de escupir alguna mala idea sin necesidad de ser criticada, porque no lo voy a saber. No obstante, quizá en un mínimo grado importe, pero ya qué se iría a hacer. Sólo es cuestión de redondear palabras y hacer de esto un círculo insufrible de fanfarronería sin ninguna intención de existir, una carga de crisis y demás. Como si se tratara de cualquier cosa, termino. Mueran palabras.

lunes, 6 de septiembre de 2010

De no mirar atrás

A veces cuesta trabajo decidirse a ser por los demás, entender las cosas aun a costa de que hay quienes desean ser entendidos, a riendas sujetas por otros por fuerza de manipulación y daño. Saberlo y no poder hacer más. Quizá sea el dolor la felicidad más grande y duradera. Este día es cuando quisiera pensar sin comprender, elegir sin ver atrás. Eso es también algo que hoy, quien bajo una fuerte emoción sentimental y que no habría de ignorar, me ha dicho y dizque igualmente enseñado: a no ver hacia atrás. ¿No es por eso que han habido grandes fracasos? cuando al momento de terminadas las cosas no se pueden aceptar y a su vez recapitular regresando la vista al pasado, se logra el mayor bien y dolor: dejarlo olvidado y mirar adelante. Es complicado, no sé por qué hoy se han empeñado en hacer de mi mañana una enseñanza para toda la vida cuando aun no puedo asimilar, ni siquiera recordar partes de mi triste pasado, en compañía de quien hoy me ha abierto la puerta a esta nueva travesía.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sobre decidirse ¿y qué más...?

Vaya siendo que aun no creo en septiembre y ya lo he iniciado. Ahora comienzo con tremenda incertidumbre de decidirme a comenzar una ardua tarea de re-experimentar mi escritura, y ahora en un amplio sentido de la palabra: ensayo. El tema sí que es de mi preferencia y triste vocación a la cual no aspiro, tratar temas seriamente no es tanto lo mío. Octubre será mi plazo para ver si así ya doy cabida a septiembre y luego no querer aceptarlo. Esperemos no me quiera dar linda bofetada el mes por mi rechazo. Mientras, procuraré tener lejos los cuervos y bien abiertos los brazos a aquel que se ofrece en ayudarme y dar patadas de ser necesario. Me temo que será un pequeño gran fracaso y no lo lamentaré, por mucho que el atreverme valga demasiado. Sé que habrán más oportunidades y tiempo para brindarle a dicha tarea. Así es. 

miércoles, 1 de septiembre de 2010

De ayer y muchos hoy de ayer

Así como se fue el mes se van los años. Justo ayer, un treinta y uno no considerado por muchos o creído bisiesto por tantos, sucedió ser un día más y que siempre se ha marcado en el calendario. Un día que condenó mi fecha de vida y que ahora me alegro de someterme a la misma. Eso, eso es lo más extraño de leer en este pequeño espacio sepulcral donde la depresión abunda. Y claro que me deprimiré otra vez, lo juro. Pero no hoy. Amanecí de buen humor y más tarde entristecí por haber olvidado un gato dizque de azúcar y que a la hora no encontré. Pero lo recuperaré y recupero el sonreír de nuevo. Me alegro de ayer y por los muchos hoy de ayer en espera. Tal vez cuarenta, ochenta, cien... (¡no!) pero así lo espero, y si no... persistirá el ayer y un bonito recuerdo. Mientras, no admito la entrada a Septiembre.

lunes, 30 de agosto de 2010

De ciertas cosas, nada más

Por muchas oraciones las cosas suceden. No sé quién inventaría malas plegarias. Uno teme demasiado y sigue con la idea de que nada malo va a suceder. Quizá eso me haya pasado hoy. Pensar que la gente piensa que sólo piensa y que con ello basta para tener razón. Y uno sabe cuando tal razón no es correcta y se queda ensimismado, no se sabe si por emoción de ser más exacto que ellos por ser uno mismo precisamente, o porque no se sabe domado por los demás. No hace mucho que me traumaban por tener manos con dedos y muchos dientes en la boca. Tal vez aun no lo creo. No hace demasiado que solía coleccionar todo tipo de cosas pequeñas para el hogar. Claro, de juguete, todo lo necesario para tener una casa bien equipada. Sobre todo platos y tazas de porcelana. Y vaya siendo que no creo en un lugar sagrado. Del mismo modo juntaba cada moneda que por descuido caía a mis pies y llenaba bolsas que más tarde irían a la Virgen de la Trinidad. Tal vez no era a ella, pero se escucha bien. Lástima que las tortugas no nacieran de las piedras, que los perros no fueran perpetuos y sí los recuerdos. Tal vez por eso resulté demente en un menor grado. Quizá frágil o muy depresiva. Tal vez. Aun puedo creer en muchas cosas, leer de otras tantas que no me favorezcan. Reír de vez en vez. Quizá hoy sea otro día que permanecerá como otros tantos: a la espera de que nada malo suceda y ya no tenga para tanto rezar.

lunes, 23 de agosto de 2010

Aprovechando el día de hoy

Aun no te he dirigido palabra alguna en este pequeño espacio. Y es que no hace falta, quizá. Lo más probable es que se necesite razón poderosa para hacerlo. Y hay demasiadas. Tal vez tantas, que tenga que iniciar una nueva cuenta. Pero no todavía. Y mira cómo titubeo para hacerlo en pocas líneas. Pero prometo que ya estoy por iniciar. Es más, ahorita.
Hace no poco tiempo de conocer nuevas ideas, una alegría permanente que causa envidia, que se da sin ningún prejuicio y a quienes más la necesitan. Sí, me creo pobre injustamente. Aventuras de película (en género de acción, drama y demás opciones, pero no trágicas) . Deberte también el sentirme aniñada de vez en vez y demasiado chiqueada, desde que pueda hacer berrinches y maltratarte a mi mejor modo. Pero más tarde recapacito, ¿no? Y ahí ya soy la filósofa burda que se la pasa diciendo cosas sin ningún sentido, porque nada lo tiene (a que soy bien burda, ¿eh, eh?) pero cuando el sin sentido toca a mi puerta demasiado fuerte y siento miedo, ahí estás para protegerme y sufrir las consecuencias. En fin, eres asimilable a un ser extraordinario (o sea, extraterrestre). Todo esto para recalcar demasiadas cualidades que quizá nunca te digo, porque me das un poco de envidia. Pero hoy quiero ser humilde, porque me agarró la nostalgia. Tú sabes cómo sanar ese tipo de cosas, todo lo haces, empezando por aguantarme. Y hoy es cuando te diré algo... Ay, no, aquí ya me dio vergüenza, no soy así de libertina. Más al rato te diré, mientras te dejo en suspenso. Sólo déjame terminar agradeciéndote mucho, mucho mucho.

Por si un día lo lees...

Hace un momento que te recuerdo. Tantas veces tanto, y sin alcanzar nada. Mentira, siempre es cada momento tu presencia. Debajo de la sombra que persigue mis pasos, escondido a la orilla de las puertas, entre la gente y detrás de mis pupilas. En cada abrazo que no te es correspondido. Hace un momento, así de poco y simple. Un año, dos. Siempre. ¿Qué opción tomar, a quién invitar al café para eterna espera? Llevando casualmente a rastras el cobijo de tu recuerdo a punto de desbordarse. Sí. No pido concretar el olvido en una figura de gato. No pido el escabullir por descuido de fe cada momento. Más bien, siempre estaré al tanto de tu disimulada presencia, para algún día retomar firme los instantes encerrados en una taza sin sorber todavía.

sábado, 14 de agosto de 2010

El volver de los devenires

Las casualidades comienzan siendo un instante y quedan como nada más. Aun de recuerdo. Algo específico queda marcado, similar a una mancha de tinta que con el tiempo se expande de forma lineal, pausada y lentamente, pero súbitamente prosiguiendo la marcha. El problema es: ¿cuándo marcará un fin? Y, ¿de verdad eso esperamos...? Lo más prudente sería no estar tan apegados a estos detalles de calendario y tomar todo como un acontecimiento, tratase de lo que tratase. Un buen acontecimiento, sin reclamos. Ya luego vendrán las excepciones.

miércoles, 28 de julio de 2010

De regresar, despidos, gatos y demás...

Ya no hay más tiempo: irse, quedarse, volver ¿qué da? Como el gato que al recibir caricias, siente miedo (o la muerte aun más cerca) o al que en vez de verle y decir "qué bonito" ya no le queda de otra que habituarse a las patadas ¿qué da? Esperar a la santísima luz que nos ilumine para no pensar más en cosas mortuorias ¿qué da? Ver rostros apenas habituados a la memoria, para dar fin y despedida ¿qué da? Eso no va a borrar sueños de tristeza y tristeza concretada. Resultado: cierta indiferencia frustrada. ( ... )

lunes, 31 de mayo de 2010

Así es.

Que vayan sucediendo las cosas, dejando atrás lo que quedaba pendiente e ignorando lo que sucedería a futuro. Simplemente que vayan tomando forma por sí solas y me amolden de acuerdo a sus circunstancias: deformándome, restando más días a mi existencia o que me aclaren espiritualmente dentro de su precipio para al fin dejarme caer en ellas. Por supuesto que no me siento bien, los días han sido malos, pero la han librado en esto las circunstancias. Ahora sólo espero saber cuándo he de arrojarme...

lunes, 5 de abril de 2010

Ímpetu y sadismo

Que la sangre en gesto adulador me saluda y recibe
como un impetuoso acercamiento hacia la muerte
y escupa el barroco sobre mi estúpida poesía
pues sierva soy en asistir eterna a su abismal preludio.
No ha de importar una huella más sobre la tierra
siempre estuve expuesta a la insensatez
de ser frágil como humano.
Ahora bestia, podré lanzarle fuego a las llagas
que en mi piel quedaron de cada tropiezo y caída
al caminar sobre el lago que el barroco me dejó lacrado.
Ya podré contemplar con regocijo mi figura
y dejar sanar masoquista, en el agua mis heridas.
¿Qué importa más el escuchar la sordez de esta vida
si en paz establecida están el gozo y la alegría?
En medio de este silencio opulento que canta
al ritmo incesante de los solitarios espectros.
Yo, en medio de este averno paradisiaco
río mientras doy paso a la sangre de mis llagas,
al fuego que me consume, al agua que me lava
al fluir en lo profundo del barroco que me repudie
y que en callado devenir me llama.

*Y con estas sandeces, festejo dos años de puras
  palabrerías... (y habrán más)
 

domingo, 14 de marzo de 2010

. . .

He vuelto a recordarla. Lágrimas huyeron del presente pasado. Ciertas circunstancias se han acumulado. Y las recuerdo. Desearía llorar por ello. No importa cuánto sea el peso de su significado. A través de su danza la he recordado. Esa canción. Tras el advertido encuentro conversamos. Y en una inadmisión del resultado a ello en un posible error nos encontramos. No lo sé. Promesa fue no sernos desigual. Ha de ser cumplido. Seguía sumergida en aquella danza. Era su cumpleaños. Se ha ido. Ya no celebraremos otro igual. Lágrimas corrieron. Aun quedan respuestas por dar y recibir. Recordar en su compañía la especificada circunstancia. Saber si podrán surgir gotas de cualquier tipo sentimental. Buscarles un pretexto. Llorar.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sin título

No entiendo el lenguaje de los perros en las mañanas, ni por qué están desalojando el fin del mundo. Ni siquiera la razón aparentemente injustificada sobre la ausencia de unos y la soledad de alguien que nos hubo de dejar en su lugar, donde acostumbrábamos verle recostada siempre en los puntos precisos de la casa, o sentada en otros. Ya las noches no transmiten más nostalgia... La gente inventa la muerte para recrear nuevos planos o universos, donde no habrán de encontrarse más con aquellos que siguen los mismos pasos en el olvidado abismo de esto que llamamos nuestro hábitat natural. Es simplemente absurdo y aburrido para ellos. Quizá sólo era cuestión de recriminar los hechos que la vida nos juega, y más tarde habré de explicar por qué no he de entender el principio, o tal vez buscaba un buen fin. Fracaso.

lunes, 18 de enero de 2010

El que inconclusamente prosigue su camino y otras cosas

Inconcluso prosigue su camino.
¿Quién habría de interferir en su feliz andar por los confines de la inexistencia?
Al saludar a aquella sombra que creía le acompañaba gozosa y quizá admiradora,
los dedos uno a uno dejaban su rastro a lo largo de la acera.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿quién alguna vez lo recordaría?

Los sonidos de las máquinas no permiten al otro ser escuchado. La mujer no se moja con su impermeable puesto, las lecciones nada importan para tal ciencia al caer el agua. El insolente aquel ha abandonado su puesto: la avenida Astrónomos ahora puede ser ocupada por nuevos seres, cuando de galaxias ni planetas se habla. Ni qué mencionar el terrible sonido que ocasiona ese árbol con figura de mujer cuando en disputa con el aire se encuentra, o los atardeceres que juegan a ser rosas cuando ya llega la noche.

Las largas uñas relucen de entre sus delgados dedos. Sostiene alguna conversación telefónica mientras espera en su carro a que llegue alguien con tortillas bajo el brazo. Curiosos observan a través de los cristales frente a su auto. Fija y detenidamente observa a tales insolentes con mirada desfavorable. Los otros ocultan la risa bajo su máscara de ser profesionales: el ritmo continúa en la pausada editorial.

Ha llegado, hacía tiempo que no repasaba su rostro. Toma asiento, el piso era suficiente para seguir con su presencia. Ha llegado, hacía ayer que no repasaba su saludo. Toma postura, agita su mano al aire. Ha llegado, hacía un voltear de mirada que no me veía. El maldito espejo continúa su juego. Ahora se marcha.

Inconcluso prosigue su camino.
Sueño ha quedado del otro lado de la acera.
Esperanza permanece bajo los pasos.
Ternura se escapa al aire.
Enojo infiltrado permanece en la tierra.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿en dónde diablos he quedado?

miércoles, 13 de enero de 2010

Transfiguración

Yo escucho los ruidos como de un monstruo, algún ser perdido en la extremidad de sus sentidos. Alcanzo a percibir la esencia que produce su miedo, aquel transmitido hacia los crédulos de su fiereza. Es un pobre desconocido, rechazado cuando se le encuentra en el camino de lo inesperado. No lo conozco, tan sólo lo imagino. Quizá sea yo ese ser que yace en mi cuerpo, o el ser que piensa que mi figura humana sea él mismo. No lo sé, yo sólo escucho los ruidos que la soledad realiza por sí misma mientras tratamos de encontrarnos estando sumergidos en el miedo.

¿Metáfora es o no es?

Trato de recordar lo que olvidé cuando quise empezar a escribir otra vez, como aquella vez en que olvidé que escribía y por ignorante me pasé, cuando la verdad de todo era que motivo no había para pretender que estaba recordando todo y olvidando a la vez, para así fingir a la hora de la verdad que nunca hubo alguna mentira, sólo retroceso y avances a pequeños pasos a lo largo de esa vereda cuya metáfora ahora ni sé lo que es, como cuando a veces creo no puedo escuchar y temo no saber escribir ni poder olvidar o tampoco recordar que todo es fingir y por ignorante pasar y de metáforas inventar que esas cosas yo no las sé, que todo es retroceso y pequeños pasos a la vez...