viernes, 11 de diciembre de 2009

Circunstancias y personas

Al volver la mirada se encontró del otro lado lo que había regresado a su encuentro: personas y circunstancias, circunstancias y personas. Recuerdos. Maldita sea, ¿para qué girar la mirada? Incluso a quienes menos esperaba se presentaban cual si tuvieran invitación a la fiesta de "desquiciemos a aquellos que no nos esperan" y lo lograron.

Las circunstancias, roces sin significado y quizá alguno que haya sido cuan lo menos en el momento sincero se transmutaron en cómplices de aquellas personas, incluso desconocidas.

Recuerdos... ¿Recuerdas? La pregunta que merodea a todo esto e incluso el pasado, hasta momentos presentes. Circunstancias y personas realizan el perfecto encuentro para traer a la grandiosa fiesta mental un desquicie existencial como el que en repetidas ocasiones se presenta, del cual ésta sería ocasión primera en que se notan sus sucias jugadas para al fin y al cabo recordar... caer en los supuestos errores nuevamente.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Lola

Aconteció una tarde mientras se celebraba una supuesta posada y su padre se volvía loco ante otras tantas personas en desconocido lugar. La vi, negra como lo es toda ella, toda, con algunos rasgos de lo que pudo haber sido su inocencia de pequeña. Ahora, ya nadie le cree, ni propios ni desconocidos, incluso su metamorfoseado padre ha llegado a desear su muerte.

Cuando mis ojos se posaron en ella ni siquiera me volteó a ver. Esto no me impidió ir tras ella, pues sabía que correspondería a mi llamado en algún momento, y así fue. Al verme desconocida quiso seguir su paso de nuevo, mientras yo le incitaba a que se acercara con suaves palabras mortales.

Todos tras ella, que llegue a casa Lola, su padre le está esperando. Todos tras ella, maldita seas Lola, sólo recorriendo nuestro pequeño mundo que te quisiste apoderar te entregaste, claro que nunca me habrías hecho caso, necesitabas de hombres. No lamento tu encierro.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Algo muy extraño pero respetable

Todos deberían de derretirse ante su amarga miel, bajo la grande luna que se muestra con total desnudez. Sí, hacerle una reverencia, decirle todo el tiempo "gracias" y besarle los pies. Pero, cierto día de plena necesidad en la que no había nada que satisficiera, después de muchas vueltas, encontré al fin su cabeza en el inodoro. No sabía si hacerle una modesta reverencia, taparle la cara con un pañuelo blanco, todo, menos espantarme. Me quedé contemplándole, seguía siendo igual. Me sentí irrespetuosa, pero es que la necesidad... Tomé asiento a su lado, cuando me levanté ya no había nada. Aun así insisto en que cada vez que pase todos deberían de derretirse ante su amarga miel y no hacer preguntas al respecto de su existencia.
Más tarde escuché esto (mientras el sujeto que estará en nombre caminaba junto a su acompañante): "¡Es como si la hamburguesa me hablara...! Que el espíritu de la vaca me estuviese acosando mientras yacía despedazada entre las llamas, acostada sobre el sartén, paseando de un lado a otro a lo largo de la cocina..."
No obstante, ello no le gana a la idea que me he hecho sobre aquél a quien nadie debería dejar pasar de lado sin erguir la mirada, bajo la grande luna que se muestra con total desnudez en una de sus mejores épocas, y cuya cabeza he encontrado en el inodoro, que era de plata y agua de rocío con miel. Es extraño y para algunos desconocido; es que yo lo inventé, cuando creí haber visto una cara que en realidad nunca vi.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Encuentro de las voces

De pronto me encontré hablando con aquella voz sin género, sin un cronotopo fijo, motivo o extraña circunstancia. La voz me invitó a conversar con ella. Palabras, dichas por cada cual, brotaban sin ningún significado, carecían de profundidad. El hecho era que nos hacíamos existencia, en un lugar de nadie ni nada. Quizá yo sólo sea una voz enmarcada, quizá aquella voz también lo haya sido. Lo estético de nuestra apariencia o tono simplemente desparecía en el momento atenuante que, aun siendo las voces desconocidas, éramos como una especie de amantes transmutados: nada, algo, algo, nada. Y así todo parecía perfecto. Ya no queda recuerdo de aquel instante, el cual tal vez empezaría con un: ¿Recuerdas...? O un nefasto silencio que todo lo quebrante cuando se decida a gritar, querer mantener mis voces lejos, donde los diversos sentimientos hablan disfrazados de algo invisible. Posiblemente eso fue lo que terminó la conversación, yo sólo ahora recuerdo que de pronto me encontré hablando con aquella voz sin género, mientras siento la mudez reprimida de mis voces.