lunes, 5 de abril de 2010

Ímpetu y sadismo

Que la sangre en gesto adulador me saluda y recibe
como un impetuoso acercamiento hacia la muerte
y escupa el barroco sobre mi estúpida poesía
pues sierva soy en asistir eterna a su abismal preludio.
No ha de importar una huella más sobre la tierra
siempre estuve expuesta a la insensatez
de ser frágil como humano.
Ahora bestia, podré lanzarle fuego a las llagas
que en mi piel quedaron de cada tropiezo y caída
al caminar sobre el lago que el barroco me dejó lacrado.
Ya podré contemplar con regocijo mi figura
y dejar sanar masoquista, en el agua mis heridas.
¿Qué importa más el escuchar la sordez de esta vida
si en paz establecida están el gozo y la alegría?
En medio de este silencio opulento que canta
al ritmo incesante de los solitarios espectros.
Yo, en medio de este averno paradisiaco
río mientras doy paso a la sangre de mis llagas,
al fuego que me consume, al agua que me lava
al fluir en lo profundo del barroco que me repudie
y que en callado devenir me llama.

*Y con estas sandeces, festejo dos años de puras
  palabrerías... (y habrán más)