lunes, 18 de enero de 2010

El que inconclusamente prosigue su camino y otras cosas

Inconcluso prosigue su camino.
¿Quién habría de interferir en su feliz andar por los confines de la inexistencia?
Al saludar a aquella sombra que creía le acompañaba gozosa y quizá admiradora,
los dedos uno a uno dejaban su rastro a lo largo de la acera.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿quién alguna vez lo recordaría?

Los sonidos de las máquinas no permiten al otro ser escuchado. La mujer no se moja con su impermeable puesto, las lecciones nada importan para tal ciencia al caer el agua. El insolente aquel ha abandonado su puesto: la avenida Astrónomos ahora puede ser ocupada por nuevos seres, cuando de galaxias ni planetas se habla. Ni qué mencionar el terrible sonido que ocasiona ese árbol con figura de mujer cuando en disputa con el aire se encuentra, o los atardeceres que juegan a ser rosas cuando ya llega la noche.

Las largas uñas relucen de entre sus delgados dedos. Sostiene alguna conversación telefónica mientras espera en su carro a que llegue alguien con tortillas bajo el brazo. Curiosos observan a través de los cristales frente a su auto. Fija y detenidamente observa a tales insolentes con mirada desfavorable. Los otros ocultan la risa bajo su máscara de ser profesionales: el ritmo continúa en la pausada editorial.

Ha llegado, hacía tiempo que no repasaba su rostro. Toma asiento, el piso era suficiente para seguir con su presencia. Ha llegado, hacía ayer que no repasaba su saludo. Toma postura, agita su mano al aire. Ha llegado, hacía un voltear de mirada que no me veía. El maldito espejo continúa su juego. Ahora se marcha.

Inconcluso prosigue su camino.
Sueño ha quedado del otro lado de la acera.
Esperanza permanece bajo los pasos.
Ternura se escapa al aire.
Enojo infiltrado permanece en la tierra.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿en dónde diablos he quedado?

miércoles, 13 de enero de 2010

Transfiguración

Yo escucho los ruidos como de un monstruo, algún ser perdido en la extremidad de sus sentidos. Alcanzo a percibir la esencia que produce su miedo, aquel transmitido hacia los crédulos de su fiereza. Es un pobre desconocido, rechazado cuando se le encuentra en el camino de lo inesperado. No lo conozco, tan sólo lo imagino. Quizá sea yo ese ser que yace en mi cuerpo, o el ser que piensa que mi figura humana sea él mismo. No lo sé, yo sólo escucho los ruidos que la soledad realiza por sí misma mientras tratamos de encontrarnos estando sumergidos en el miedo.

¿Metáfora es o no es?

Trato de recordar lo que olvidé cuando quise empezar a escribir otra vez, como aquella vez en que olvidé que escribía y por ignorante me pasé, cuando la verdad de todo era que motivo no había para pretender que estaba recordando todo y olvidando a la vez, para así fingir a la hora de la verdad que nunca hubo alguna mentira, sólo retroceso y avances a pequeños pasos a lo largo de esa vereda cuya metáfora ahora ni sé lo que es, como cuando a veces creo no puedo escuchar y temo no saber escribir ni poder olvidar o tampoco recordar que todo es fingir y por ignorante pasar y de metáforas inventar que esas cosas yo no las sé, que todo es retroceso y pequeños pasos a la vez...