jueves, 25 de junio de 2009

¿Café? ¿Trabajo?

He llegado: es la hora de la segunda taza de café. Pongo el agua (no sin antes saludar a los ahí presentes e invitarlos a la ceremonia del santo café) y luego veo qué hay de nuevo sobre el ¿escritorio? en el cubículo. Prendo la máquina, la que ocasiona que me ardan los ojos y requiera lentes de nuevo (la culpo) me siento en la bonita y pequeña silla metálica y luego doy un pequeño suspiro. Así es el día que empieza en el trabajo cada mañana, al menos así lo es para mí. Lo curioso es que apenas escribo algo al respecto, debo sentirme bien, un tanto de cualquier manera. Lo estoy (bueno) eso de tener que andar corriendo por el centro antes de que den las siete y veinte de la mañana para mayor economía y llegar a tiempo puede también ser placentero (y las cabeceadas de sueño en el autobús) aunque luego no será igual, quizá. Bueno, regresando al asunto del café... Termino de suspirar y ahora sí, voy por el café. Saco el ahora horripilante libro para sanar y empieza la danza del marcador sobre el papel... Ahora me doy cuenta por qué no escribo tanto acerca del trabajo... es todo tan rutinario... Aunque no he acabado, pero ya me cansé. Oh sí, el café se ha vuelto mi amigo y cómplice de juegos... Qué bueno quiso mudarse de trabajo conmigo, si no, lo habría extrañado.

martes, 9 de junio de 2009

Quizá, quizá, quizás...

Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde... tú siempre me respondes... Quizá, quizá, quizás... Aún persistiendo de aquel falso sueño tú siempre acudes como un recuerdo, y siempre me respondes: quizá, quizá, quizás...
Y así pasan los días... y yo, desesperando... y tú, tú contestando... Quizá, quizá, quizás. Mira, que esto podría ser un engaño, o yo me podría estar lastimando, quizá, quizá, quizás...
Estás perdiendo el tiempo... pensando, pensando... por lo que tú más quieras ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? Desfilando están todas las penas, negativos disfrazados de tus diversas caras... fotografías de un ayer que perdurará como un quizás.
Y así pasan los días... y yo, desesperando... y tú, tú contestando... quizás, quizás, quizás.
Dime bendita seas, dime, maldita seas, dime como quieras ser tomada vida, dime si mi razón de existir es plena, o sólo la melodía de un un buen danzón que no habrá de terminar...

Sí, incluso las buenas canciones pueden tener su maldición...