viernes, 11 de diciembre de 2009

Circunstancias y personas

Al volver la mirada se encontró del otro lado lo que había regresado a su encuentro: personas y circunstancias, circunstancias y personas. Recuerdos. Maldita sea, ¿para qué girar la mirada? Incluso a quienes menos esperaba se presentaban cual si tuvieran invitación a la fiesta de "desquiciemos a aquellos que no nos esperan" y lo lograron.

Las circunstancias, roces sin significado y quizá alguno que haya sido cuan lo menos en el momento sincero se transmutaron en cómplices de aquellas personas, incluso desconocidas.

Recuerdos... ¿Recuerdas? La pregunta que merodea a todo esto e incluso el pasado, hasta momentos presentes. Circunstancias y personas realizan el perfecto encuentro para traer a la grandiosa fiesta mental un desquicie existencial como el que en repetidas ocasiones se presenta, del cual ésta sería ocasión primera en que se notan sus sucias jugadas para al fin y al cabo recordar... caer en los supuestos errores nuevamente.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Lola

Aconteció una tarde mientras se celebraba una supuesta posada y su padre se volvía loco ante otras tantas personas en desconocido lugar. La vi, negra como lo es toda ella, toda, con algunos rasgos de lo que pudo haber sido su inocencia de pequeña. Ahora, ya nadie le cree, ni propios ni desconocidos, incluso su metamorfoseado padre ha llegado a desear su muerte.

Cuando mis ojos se posaron en ella ni siquiera me volteó a ver. Esto no me impidió ir tras ella, pues sabía que correspondería a mi llamado en algún momento, y así fue. Al verme desconocida quiso seguir su paso de nuevo, mientras yo le incitaba a que se acercara con suaves palabras mortales.

Todos tras ella, que llegue a casa Lola, su padre le está esperando. Todos tras ella, maldita seas Lola, sólo recorriendo nuestro pequeño mundo que te quisiste apoderar te entregaste, claro que nunca me habrías hecho caso, necesitabas de hombres. No lamento tu encierro.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Algo muy extraño pero respetable

Todos deberían de derretirse ante su amarga miel, bajo la grande luna que se muestra con total desnudez. Sí, hacerle una reverencia, decirle todo el tiempo "gracias" y besarle los pies. Pero, cierto día de plena necesidad en la que no había nada que satisficiera, después de muchas vueltas, encontré al fin su cabeza en el inodoro. No sabía si hacerle una modesta reverencia, taparle la cara con un pañuelo blanco, todo, menos espantarme. Me quedé contemplándole, seguía siendo igual. Me sentí irrespetuosa, pero es que la necesidad... Tomé asiento a su lado, cuando me levanté ya no había nada. Aun así insisto en que cada vez que pase todos deberían de derretirse ante su amarga miel y no hacer preguntas al respecto de su existencia.
Más tarde escuché esto (mientras el sujeto que estará en nombre caminaba junto a su acompañante): "¡Es como si la hamburguesa me hablara...! Que el espíritu de la vaca me estuviese acosando mientras yacía despedazada entre las llamas, acostada sobre el sartén, paseando de un lado a otro a lo largo de la cocina..."
No obstante, ello no le gana a la idea que me he hecho sobre aquél a quien nadie debería dejar pasar de lado sin erguir la mirada, bajo la grande luna que se muestra con total desnudez en una de sus mejores épocas, y cuya cabeza he encontrado en el inodoro, que era de plata y agua de rocío con miel. Es extraño y para algunos desconocido; es que yo lo inventé, cuando creí haber visto una cara que en realidad nunca vi.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Encuentro de las voces

De pronto me encontré hablando con aquella voz sin género, sin un cronotopo fijo, motivo o extraña circunstancia. La voz me invitó a conversar con ella. Palabras, dichas por cada cual, brotaban sin ningún significado, carecían de profundidad. El hecho era que nos hacíamos existencia, en un lugar de nadie ni nada. Quizá yo sólo sea una voz enmarcada, quizá aquella voz también lo haya sido. Lo estético de nuestra apariencia o tono simplemente desparecía en el momento atenuante que, aun siendo las voces desconocidas, éramos como una especie de amantes transmutados: nada, algo, algo, nada. Y así todo parecía perfecto. Ya no queda recuerdo de aquel instante, el cual tal vez empezaría con un: ¿Recuerdas...? O un nefasto silencio que todo lo quebrante cuando se decida a gritar, querer mantener mis voces lejos, donde los diversos sentimientos hablan disfrazados de algo invisible. Posiblemente eso fue lo que terminó la conversación, yo sólo ahora recuerdo que de pronto me encontré hablando con aquella voz sin género, mientras siento la mudez reprimida de mis voces.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Razón de nada

No hay necesidad de esconderse ni de ser escondidos. Los momentos que nunca vienen y que súbitamente aparecen se quedan ahí como la sombra del ayer. No hay excusa de ser, ni hay motivos para siquiera intentarlo. ¿Quién, realmente, tiene una manera de permanecer siempre incauto o extrovertido, de cualquier manera que lo defina como un ser? La persona que permanece a mi lado grita y se levanta desconcertado, mientras los demás le observan con escondida extrañeza que más bien pareciera una risa ahogada. Yo, mientras tanto, me pregunto cosas que no van al punto en un punto que se supone debería de corresponder al ritmo de los puntos acumulados en un mismo lugar a punto de colapsar unos con los otros. Callo, podría estar gritando también.
Que no hay ninguna necesidad, nada, puesto que todo es rutinario y pasajero, ¿para qué servirnos de la idea, irnos a esconder? Que la sombra del pasado se nos caiga encima y nos metamorfoseemos en él mientras untamos los pies en desgracias ajenas y oportunidades desperdiciadas, cuando las manos rotas se asemejan al ritmo de todo y de nada. La persona que hacía un momento permanecía a mi lado seguramente estará haciendo esto, recordando la causa desconocida que provocó sus gritos y ademanes desconcertados, pisoteando el infortunio de otros que siguen en lo suyo mientras él sin darse cuenta se siente revelado. ¿De qué nos sirven tantas cosas, si no habremos de sensibilizarnos siquiera por nosotros?

jueves, 5 de noviembre de 2009

Otro no sé qué...

La primera noche me preguntó: ¿Les quedó bien los vestiditos a los pescados? Y claro que la miré extrañada, creí que ahora sí estaría delirando, cuando le respondí: "Sí..." Sin pensar realmente en serio la respuesta. Sólo quería llegar a acomodarme a su lado para compartir la imagen de los diversos vestidos flotantes, y temo que me la pasé riéndome durante toda la noche en la oscuridad solitaria de mis sueños olvidados...
La segunda noche me preguntó: ¿Trajiste contigo a los hombres de cartón? Y claro que la miré aun más extrañada, ya no podía creer ninguna otra cosa más, cuando le respondí: "¿De qué estás hablando, qué sueñas?" Pensando ahora sí en dicha respuesta, ya que me pareció interesante ello. Sólo que luego no pude comprender cómo es que no puse tanta atención a pescados con vestidos... (¡blasfema!) Y temo que luego pensé en alguna auto crítica más razonable para ofrecerme y quizá ofrecerle a los demás...
La segunda noche no terminó ahí, pues cuando hubo de darme respuesta, contestó: Qué bueno no los trajiste, porque luego quieren sacarme de la cama. Ante esto, no pude contener la maldad que me caracteriza en estos casos (que ya habían acontecido otros, pero no los recuerdo, sólo un golpe en mi estómago al grado de quitarme el aire y un "traéle la bolsa a la bebé porque ya se va..." hoy todos la extrañan) pues le inquirí: "¿Sabes qué...? Sí los traje". ¡Pero cómo, si yo llegué primero! ¡No me importa que tengan frío, a mí no me sacarán! (Silencio) ¿Cuantos son? "Cinco" ¡Pues sácalos, o los saco yo! Amenaza con voz de ensueño. No le hice caso. Entonces, en el momento menos esperado, al sentir un bulto próximo a ella, transcurrida una hora o media, sin movimiento, pero extrañamente pesado (tal vez los cinco se encontraban amontonados o acurrucados entre sí) ésta se dispone a cumplir venganza: la ahora hermafrodita con un sexo multiplicado al cinco y el otro enteramente ignorado, pasó a dormir la noche en donde sólo los cartones son bien aceptados sin importar estado u otros detalles, cubriendo el cuerpo de otros tantos que soñaban tener encima a cinco hombres de cartón, sin la intención de robarles territorio en el angosto callejón. Pronto descubrí la vocación de ser uno de ellos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

No, sigue sin fin alguno

Terminó el maldito mes en el cual sólo escribí qué tan deprimente era todo y qué tan imbécil/depresiva soy... En fin, eso no terminará de ser cierto, pero espero escribir ya cosas cuan lo menos poco distintas (eso es raro de escribir).
No sólo terminó el mes, también he acabado de revisar el maldito libro de la Sra. P (sí, por un tiempo que creí indefinido ya no quise escuchar más la palabra "mágico" ni nada relacionado con la magia involucrada con el conocimiento) pero hoy puedo aguardar a que algún suceso (más extraordinario que mágico) suceda para mi bien y el bien común de los todos que me rodean.
Igualmente ya terminará un ciclo (pequeño) más de la carrera... Admito que mis fuerzas ya no tienen superpoderes de aguantar tanta carrilla: me siento mal si no bostezo bien o determinadas veces al día, así como el quedarme estampada sobre el teclado al momento de decidir hacer las tareas. Sí... por qué no... Tener un hambre de perro por determinada paga que no rinde sino para deudas y ya no más, como el salir casi corriendo de la última clase para ya no parpadear. Eso sí: espero que para el próximo curso regresen a mí los superpoderes....
Último: simplemente no le he podido encontrar el significado a los días festivos... Salgo de trabajar más tarde, sin comer, y sin paga doble.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El lado perverso de lo imbécil...

Creer que de verdad un "algo" existe. Sí, ese algo que todos buscan y que luego osan decir "oh, yo lo he encontrado siguiendo mis instintos (o por todo lo que sé y he aprendido) y por supuesto que soy bien feliz" cuando, en primera: que me explique realmente en qué consiste su maravilloso "algo" y que por favor me lo crea. Segunda: (¿de verdad has aprendido algo?) ¡Ya con eso te habrás sustituido la lotería...! ¿Qué necesidad habrá de esperar a que caiga dinero mágicamente si la magia la tienes en la cabeza? Y mejor aun: ¡en la apropiada decisión de tus acciones! Tercera (y espero última): no, que por favor me terminen de explicar mis dos preguntas anteriores...
Ahora bien: el insulto no va para nadie, esto sólo es cosa de la cual me puse a reflexionar en algún momento, sobre: ¿qué será lo que la gente estaría diciendo en un futuro, acorde con lo que ya está diciendo desde ahora? Como algo optimista quise pensar en florecitas, pero luego tomé conciencia de que éstas no hablan y no se dedican a otra cosa más que ser bonitas y a hacer a algunos felices con su sentencia a muerte declarada y quizá conservada en algún montoncito de recuerdos diminutos e igual de curiosos y otros atroces... (luego pensé: malditas... Y claro que me arrepentí más tarde). Pero, ya me salí del tema, y como todo esto trata de lo imbécil, ¿pues qué más da?
Y sí, ¿qué es lo que queremos decir de verdad en esos instantes tan arrebatados del raciocinio? (Hago una breve reflexión, y continúo): Me he dado cuenta de que al menos la gente piensa en cosas mejores (alguna) y no se arrepienten (aparentemente) de ello, sino que más bien hasta lo exponen y te lo dan de muestra como "enseñanza" no que te pongas a escribir bien rifadora sobre "cómo puede llegar a ser la gente..." cuando lo único que he sacado de esto es: el haber aprendido y dado cuenta de "algo", y es: termino siendo una imbécil. Creo que no ha sido buena decisión, pero de exponerlo no me avergüenzo, y por la "enseñanza" no se preocupen, no se las quedaré a deber: pensar cosas mejores y argumentarlas bien... O mejor aun: ¡ni para qué pienso!

martes, 27 de octubre de 2009

Sólo es algo imbécil

Aprovechar los días nublados para pretextar el deplorable estado de ánimo. No obstante, ello se sustituye con los grandiosísimos comentarios hacia la gente diciendo: "qué bonitos son los días nublados". Y ésta, respondería (en la mayoría de los casos): "oh, es cierto, ¡cuánta razón tienes!" Cuando la verdad es que la razón en la primera persona no existe, y sólo piensa en aprovechar el grisáceo escenario para estar desde lo alto de un edificio y arrojarse... Ver a la chica que está paciente desde lo lejos apoyada sobre el barandal, que a su vez te observa y piensa en sí o no hablarte algún día porque simplemente le pareces un fenomenoide; mientras que por el otro lado no se aprovecha la presencia de la otra ella, la significante, y constatarle toda su hermosura y personalidad admirable, jugar con su cabello mientras procura tenerlo firme por medio de múltiples broches. Recordar, igualmente y por otra parte del inconsciente, a la otra persona que nada dejó, sólo buenos recuerdos que se vieron turbios en el último instante que aún perdura y se transformado como mi Crónica de un instante de manera masoquista. Hacer perdurables los tragos amargos de momentos apenas vistos, permitir la carga incesante de culpas por falta de tiempo ante cosas que habrían de ser importantes, como una calificación o un buen desempeño laboral mostrado apenas agonizante. Recordar a cada momento que soy una imbécil, y que claro... no le encontraré la razón a ello. Esto, más bien, se ha vuelto otro enredo sin ningún relevante que mi imbecilismo como ser mutante... Patético.

viernes, 23 de octubre de 2009

Sintaxis a medias de lo imbécil

Últimamente he tenido mucho la palabra "imbécil" en la cabeza: me da vueltas como si fuera el fantasma de algún pasado, siendo cuestión arrastrada desde más atrás del pasado hacia el presente y probablemente hasta el futuro. Ése sería mi concepto si mi nombre fuera una definición, consultar en el diccionario "Hilda: imbécil." como cuando buscas el concepto de "Redondo: circular." ...Así de intolerables las cosas que aparentan rebelión en nuestra contra incluso para esas pequeñeces. ¿Y por qué me insulto? No culparé a la vida, circunstancias, ni motivo específico. Simplemente así sucede cuando se descubre una revelación imposible de dejar, como la sombra ante el Sol, la Luna, la luz y demás proyectores de penas. No me puedo quejar de sentirme infeliz y ermitaña en ocasiones cuando todo allá afuera es fiesta, porque la culpa de todo ello la cargo yo y nadie más, por qué habría de contaminarlos con mi imbecibilidad enfermiza y extraña. Confundo ya mis movimientos, no sé si utilizar la mano izquierda o la derecha para tal o cual, e igualmente me aferro a un día que no corresponde al que debería de estar, y así sucede consecutivamente hasta llegar a perder la semana entera y localizarme sólo en una ocasión o dos en el punto exacto. Tiemblo estando aparentemente paciente, río y creo que voy a llorar, lloro y me ataco de verdades, entre ellas decirme "imbécil" mientras trato de vomitar mi vergüenza en las llamadas lágrimas que de nada sirven y por eso las derrochamos cada que se presenta la oportunidad, más cuando las oportunidades de verdad se han escapado y sólo persiste el trémulo coraje de quedarse con gotitas, solamente. Y de nueva cuenta, dejaré este medio sin ningún fin práctico ni placentero para de verdad conseguirme algún diario, o un cuchillo, muchos insectos venenosos, un mar de gente que me ahogue, o comportarme como rata suicida... Y no prometo el quizá borrar esta entrada, por primera vez que me expongo junto con mis verdades, mi imbecilismo, para que estemos todos de acuerdo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Algo entre paréntesis

Han dicho que mis líneas, últimamente, son prosa poética, y no me insulto. ¿Para qué afligirme ante tal comentario si algunos, quizá dos que tres, dicen compararme con Cortázar? Es que a veces, (y eso es siempre) no me doy a entender, y no lo quiero, ¿por qué he de ser erróneamente agraciada bajo este vano concepto del entendimiento? Soy un personaje más dentro de la vida de los personajes de "los otros" aquellos que se esconden bajo las telas de los que dicen no saber de nada y ni para qué saberlo. Ellos son más que personajes, son extraordinarios, dioses, monstruos, el pasado de algún asesino arrepentido. No he dado más testimonios sobre la locura, ella escribe por sí sola; no hube de confesar motivos por los cuales convalecen las palabras, ríen, lloran, enceguecen, callan. Han dicho últimamente muchas cosas, y claro que no he de escribirlas todas. Pero, de algo sí me quejo: los ensayos tipo falacia/argumentativo, supernatural/deforme. No he de escribir sobre la mortalidad del ser en una columna de mil trescientas palabras ni de la mortalidad del gato en dos.

Atentamente: la enfermedad de las metáforas.

viernes, 28 de agosto de 2009

Similitudes de nada

Bien se puede decir que el tiempo fácil se despilfarra, no como la manera en como se hace con los papeles rectangulares de serias miradas. Sí, se despilfarra, por muy terrible que esto se lea, pero es así como se hacen los seres en la vida: pasando por la mitad del tiempo. ¿Acaso seremos dioses, un algo simultáneo, Cronos vestidos como fieras? Porque el decir ser adorados, puesto que seres (llamados humanos) son más bien lo ostensible de los dioses que juegan a ser monstruos, y que aquellos seres son un "algo imaginado" es más bien una gran mofa hacia las peculiaridades de la vida, "ésos". Ahora bien, ¿se puede apreciar cómo se despilfarra el tiempo? Si tan sólo hubieran más adjetivos de la prohibida palabra, un porvenir nefasto...

miércoles, 5 de agosto de 2009

Algo sobre ella

Ahí va, echando blasfemias a lo largo de la calle, inmortal como nunca lo pudo ser, con su inconfundible aroma a alcohol y cigarro. Ya todos la conocen (o deberían de conocerla) cómo no admirar su negra piel y sus danzas por la acera. Recuerdo que la conocí, no hace mucho tiempo de eso, el tiempo a su paso no transcurría, ni mucho menos ella cambiaba, siempre que la veía subir por esas escaleras a pedir su agua se transformaba gradualmente, hasta tornarse una santa. No es que le manche su reputación, nadie sabía de ella, mil historias en sus diferentes versiones no bastaron para definir siquiera su trayectoria a lo largo su vida como mera mortal que era. Sí... algo me dijeron por ahí de que ella ha muerto, que fue tanta la conmoción como para transmitirla por las noticias, mostrando sus lugares favoritos, los que solía frecuentar, los que la extrañan. No lo vi, ni sé si siquiera sea esto cierto, pero creo que no he hecho alguna remembranza sobre ella, porque viva, no lo estaba. Algunos, todos, la creíamos ver echando sus múltiples blasfemias por la catedral, entregándose al placer de los hombres en las patrullas, o simplemente andando, como perdida, hasta caer dormida en medio de la calle. Aún me parece verla, escucharla... "¡maldita sea! ¿Por qué no bailas conmigo?."

viernes, 24 de julio de 2009

Algo inacabado

"Esas no son pelotas, son bombas..." decía la madre a su hijo mientras le salía tierra por la cabeza mientras que el transporte en movimiento sólo dejaba ver rayuelas de colores a lo largo de la acera. El hombre que al paso de cada fémina murmuraba obscenidades se decidió a ya no andar en pantalones, más tarde los vi tirados, ya no le importó el machismo aún en la miseria, dejó el trono de la avenida astrónomos para buscar mejor suerte en las afueras del salón de fiestas. El conjunto se va armando a pedazos, el colibrí se ha posado sobre la rosa de espinas, la mujer activó la alarma de un escobazo y el hombre lava el traspatio mientras canta algún tango. Todo ello hizo que llegara la policía e iniciara la investigación sobre la alarma; el colibrí yace tendido cual amante rechazado, la mujer, espantada ha volado en su escoba (todos ahí sabían muy en lo profundo su secreto) y el hombre al verse muy feliz fue acusado. Éste es el ritmo que no lleva son ni ningún destino a algo, sólo son pequeños detalles que suelen ser ignorados, como el viaje del tren imaginario a lo largo del área de trabajo en ausencia de los inimaginarios e alterados jefes. Es tan sólo una anécdota más de otras tantas que se me han olvidado, ya más tarde las habré de recordar y escribir de nuevo algo parecido...

sábado, 18 de julio de 2009

Despertar del sueño acuático

El aire está salado... Es por esto que tengo tan mala suerte. Sabía que vivir a la orilla del mar no me traería cosas buenas, ahora mi casa está inundada de peces que navegan en los vasos recién lavados y ollas al enfriarse la sopa (no niego que se ven lujosos los tapetes de algas y estrellas, o bueno, aquello que se ha convertido dentro de esa mínima extensión de agua que se ha colado por las ventanas) la forma de mi hogar es como la de un huevo, y a veces despierto creyendo que nací en un nido, pues la antena del techo simula ser como el ala de una ave. Pronto caigo en el subsuelo de la realidad, la primera superficie se encuentra en el cielo, allá, con las aves de verdad. No manifiesto molestia alguna, me he acostumbrado al sabor de la sal, evito en múltiples fracasos alejar gatos negros, no es que miles anden rondando por ahí, es que cada que los veo es imposible no embelesarme con ellos. Tampoco diría que soy supersticioso... El montón de dijes y amuletos contra las malas vibras como que no funcionan, ya los intenté. El aire está salado, mi casa es como un acuario de segunda calidad con ingeniosas ideas de diseño... Observo hacia un lado y otro de la realidad: despejado, sin alas, han emigrado a otra parte inclusive los ángeles, quizá... La antena yace en el suelo, no me di cuenta de cuándo ocurrió la tempestad, o el nacimiento del ave cuyo sueño habitaba en una playa dentro su cascarón, en lo alto de una palmera donde ha caído una tormenta, dejándole en soledad y a mí sin un sueño.

jueves, 25 de junio de 2009

¿Café? ¿Trabajo?

He llegado: es la hora de la segunda taza de café. Pongo el agua (no sin antes saludar a los ahí presentes e invitarlos a la ceremonia del santo café) y luego veo qué hay de nuevo sobre el ¿escritorio? en el cubículo. Prendo la máquina, la que ocasiona que me ardan los ojos y requiera lentes de nuevo (la culpo) me siento en la bonita y pequeña silla metálica y luego doy un pequeño suspiro. Así es el día que empieza en el trabajo cada mañana, al menos así lo es para mí. Lo curioso es que apenas escribo algo al respecto, debo sentirme bien, un tanto de cualquier manera. Lo estoy (bueno) eso de tener que andar corriendo por el centro antes de que den las siete y veinte de la mañana para mayor economía y llegar a tiempo puede también ser placentero (y las cabeceadas de sueño en el autobús) aunque luego no será igual, quizá. Bueno, regresando al asunto del café... Termino de suspirar y ahora sí, voy por el café. Saco el ahora horripilante libro para sanar y empieza la danza del marcador sobre el papel... Ahora me doy cuenta por qué no escribo tanto acerca del trabajo... es todo tan rutinario... Aunque no he acabado, pero ya me cansé. Oh sí, el café se ha vuelto mi amigo y cómplice de juegos... Qué bueno quiso mudarse de trabajo conmigo, si no, lo habría extrañado.

martes, 9 de junio de 2009

Quizá, quizá, quizás...

Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde... tú siempre me respondes... Quizá, quizá, quizás... Aún persistiendo de aquel falso sueño tú siempre acudes como un recuerdo, y siempre me respondes: quizá, quizá, quizás...
Y así pasan los días... y yo, desesperando... y tú, tú contestando... Quizá, quizá, quizás. Mira, que esto podría ser un engaño, o yo me podría estar lastimando, quizá, quizá, quizás...
Estás perdiendo el tiempo... pensando, pensando... por lo que tú más quieras ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? Desfilando están todas las penas, negativos disfrazados de tus diversas caras... fotografías de un ayer que perdurará como un quizás.
Y así pasan los días... y yo, desesperando... y tú, tú contestando... quizás, quizás, quizás.
Dime bendita seas, dime, maldita seas, dime como quieras ser tomada vida, dime si mi razón de existir es plena, o sólo la melodía de un un buen danzón que no habrá de terminar...

Sí, incluso las buenas canciones pueden tener su maldición...

sábado, 16 de mayo de 2009

La mujer de papel

Estaba destruido por mis propias manos, devastado por mi extraña desarmonía. Hecha ya una común bola de papel, con rechazada poesía. Yacía así de irreparable, sometida en mi puño, con su rojo planeta que finge naturaleza de lunar. Dormitaba fuera de mis absurdos sueños, trazando círculos de aparente eternidad sobre el cuaderno también afectado por las frases y alegorías; lazo inexorable que me reprocha mi simplicidad arrogante. Cuando algo, algún remordimiento vibró en mi puño con el condenado papel sometido por la fuerza. Me decidí a escucharlo, a reparar su injustificable castigo. Fue abriendo sus brazos, con la cabeza agachada, sin ojos que se ocultaban en su palidez y sus marcas de fantasías hirientes, con una larga capa que apenas mostraba sus pies. Yo lo vi, no, la vi. Escuché el crujir de su pena al perderse su flor entre mis pies. Comprendí entonces que había cometido una injusticia hacia lo revés de la vida, un objeto muerto, pero con una historia transcurrida, antes de haber sido inicua hacia su inminente sobrevivencia. Era entonces una mujer resuelta a base de destrucción, nacida con un brote de esperanza, que permanecía aún entre mis pies. Le ayudé a completarse y arreglar su delicada capa cargada de penas (no niego haber deseado marcar en las anegadas faltas sumergidas en su espalda, marcarlas en mí como recuerdo de mis propios reproches) cuando al fin comprendí que aún podía repararlas, guardadas en aquella flor entre mis pies. Bajé la mirada: ahí estaba, deforme, con sus espinas de papel cuyo pecado de existencia es bendito y se arrepiente por todos, por el fatalismo de ver escritos sus temores en un plano firme, que debería ser escabroso y terrible... y muestra, por el contrario, un mundo blanco clamando su inocencia. Ella vino a mis manos para mostrar su esencia, y tomar de mi destrozo el perdido brote de esperanza. Tomé la flor entre mis manos, y la puse entre las suyas con escozor, arrepentida. Se le veía más firme y calmada, parecía no dolerle las fracturas. Entonces me animé a preguntarle su nombre, y su nombre era Soledad. Algún temor encariñado me llevó a matarla, tirarla entre la basura, sostenida entre sus manos la esperanza que dejé escapar al olvido.

domingo, 3 de mayo de 2009

Parodia de los sentimientos perdidos

Discute con nada soledad, no me busques, sé que tampoco soy algo, pero no me hagas perder ese autenticismo de pasar desapercibida ante los ojos de los todos, los permitidos.
Amargura, no me digas que siempre hablo de lo mismo, insoportable para ti se ha vuelto mi presencia. Tristeza ahora no me habla, y por tanto no me es permitido llorar y encontrarme confidente contigo para mutilar mis penas.
Soledad... es cierto que solías ser la amante perfecta, la pareja ideal. Tu arrullador silencio hacía dormir los más recónditos sentidos de la supervivencia humana, fuera del ser sólo una emoción, alteración u agonía. Verdad confieso con decir que siempre me hacía falta algo de ti, que habían ocasiones en que te extrañaba lejos, lejos de sentir el algo que tanto odiamos admitir su popularidad y gentileza hacia los rechazados.
Enojo, no te busco al querer matar todas mis reacciones; no es que te tenga desconfianza de hacerme cometer pecados, pero me han dicho que es mejor sentir temor que otra cosa, y Temor acude en mi compañía cuando tengo mis manos con algunos daños pertenecientes a las otras personas convalecientes de estar en todos los actos.
Muchas son las causas de mi gran desconcierto ahora, Confusión acude como aliado, y es, en alguna parte que apenas observo, que está el Perdón esperando a mi llamado...

viernes, 1 de mayo de 2009

Epidemia de las mentiras

Aquel día en que se hizo oficial la epidemia de las mentiras, salieron plumas por todas partes. No eran plumas de ángel, ni de querubín: eran sólo plumas que no pertenecían a nadie, una muestra de la inexistencia volando por el aire. La epidemia de las mentiras aseguraba una verdad enfermiza, que todos se cubrieran la boca y dejaran de mentir por otros, que acataran las órdenes de los altos mandos, aquellos, los superiores. Según siendo ésta una epidemia de las mentiras, resulta una verdad inconcebible que ha de ser oculta a toda costa, entre plumas sin identidades.

Aquella epidemia llegó un día que hacía sol, que habían plumas, una verdad inconcebible y el nombre de nadie, ni nada.

La verdad se esclarecía entre la brumosidad de las plumas sin personas ni nombre, anonimato de una enfermedad de mentiras que desde siempre había existido, y existirá de vez en cuando, algún día de sol, o tras la guía de plumas sin identidades, trayendo consigo una verdad oculta entre el pajar de las mentiras sin sombra, ni cura...

martes, 21 de abril de 2009

Retrato de los perros tristes

Sí... Ellos nos miraban con esos sueños vagabundos, perdidos, mientras íbamos al paso de la vereda. Sentados, queditos, no les quedaba más que sentir pena. Quizá algunos no sabían su destino; otros, habrían de escucharlo desde el aullido lejano de las últimas salas de laboratorio. Uno, que probablemente estaba siendo preparado para el sortilegio de la ya no existencia, luchaba sin fuerzas ante la insignificancia de aquel hombre uniformado. Era una varilla lo que le arrebataba del exterior en que siempre había vivido, era sólo la causa de andar solo por el mundo. Ellos nos miraban con esos ojos que no derraman lágrimas, sino que muestran el temor de su alma sostenida de un hilo. Íbamos al paso de sus últimos pasos, en un ayer en que nada era prohibido.

jueves, 16 de abril de 2009

El misterio del choque imaginario

"Voy a chocar..." Dice el niño mientras camina firmemente junto a la niña. Ella dice: ¿Y cuándo será?.

El niño tambalea frente a ella, como tratando de darle el gusto, diciendo. Sin embargo, no logra caer.

¿Caer?

¿Por qué habría de caer, si él va a chocar? Va firme, son pocos los pasos que ha seguido. Ella, indiferente, pero con oculta curiosidad, sigue con la mirada baja, a media sonrisa.

Él tambalea dentro de esa firmeza. No cae. Mi bolso produce un sonido metálico, parece ser un cascabel. Ellos van juntos, respetando esa distancia infantil. Apenas escucho los murmullos. ¿Estaba frente a ella en su fallido al caer? ¿Acaso, será, que él buscaba darle un gusto, cayendo, con la intención de romper esa firmeza? ¿Acaso será?

El zapato de mi pie derecho produce un sonido molesto, una especie de hule al ser comprimido. Ella observa hacia el otro lado: un perfil moreno, con el cabello al aire. Él sigue firme. No choca, no se tambalea, no cae. Sigue esa pregunta de gozo, un por qué a la cuestión imaginaria.

Ahora vuelve el recuerdo en medio de aquel silencio. "Voy a chocar..." Dice el niño mientras camina firmemente junto a la niña.

Ella dice: ¿Y cuándo pasó...?.

*Y este mes se cumple un año de tantos choques suscitados aquí...
  esperemos que se den otros tantos más.

martes, 10 de marzo de 2009

Tras un tiempo de silencio...

...Y hoy no quiero cerrar los ojos ni evaporarme en tu imagen nocturna. Todo hago para evitarlo: he acabado de desempolvar mi espanta espíritus para que no entre el tuyo disfrazado de sueño que me fulmina en esa mirada que me acosa en las noches. Es claro como la luna y se sostienen sus pequeños espejos de hilos cristalizados. Ellos me protegerán de ti al cegar tus ojos de mirada nocturna. Sé que es oscura y que se pasea de noche, cuando de día es todo imposible; y más al inducirme a tus sueños en los que me pierdo en tu imagen que de día es seria y simula reproche. He puesto mi amuleto sin cerrar los ojos, esa imagen nocturna me evapora en su sonrisa que va masticando todas mis ilusiones hasta atacarme en carne propia, ajena a mi razón y estática a su doliente hermosura. Cada mañana siento heridas en el cuerpo e intacto el corazón latente que me da a la vida una corta respiración. Hoy, que respirar ya duele y cicatrizada toda mordedura en cada ilusión y fantasía, he puesto en cada espejo de mi amuleto la última sensación provista e ignorada que habitaba en mi manipulado corazón: olvido. Hoy puedo cerrar los ojos y sentir, masoquista, la incrustación de los vidrios al repelar de ti la manipulación posesiva de tu mirada nocturna que ha de brindarme en el derramamiento de mi sangre su último dolor.

jueves, 15 de enero de 2009

El amargo sabor del café...

Es como si se pudiera beber la vida: amarga y placentera a la vez. Inhalar la líquida semilla, perdida con el último pensamiento masoquista: poder ser café. ¿Por qué, si habremos de ser consumados? Desaparecer como un frasco estrellado en mil fragmentos, una taza cuyo arte se ha esfumado por un descuido improvisado. Ser la vida al ritmo del incienso, detener palabras por un instante, mirar atento la confusa cara de aquel que se encuentra en el fondo de la misma taza. Primero se sorbe la vida, se piensa en el mejor intento, y luego... todo se evapora en mil pedazos.

miércoles, 14 de enero de 2009

Y allá va, sola, la estúpida perra caminando

Una de esas noches de malestar, se me fue encomendada la tarea de encontrar la medicina al dolor. Tomé por guardias al perro y a la perra, en espera de derrotar al mal en inadvertido encuentro. Caminando por la cálida y engañosa acera íbamos los diez pares de pies entre la noche oscura. Se iluminaban como ráfagas curiosas las luces de los carros al irse por la infinita carretera. Cruzamos calles, y un parque. El parque bastó para terminar con aquel encanto que hasta entonces me inspiraba. El par de canes se arrojaron al frío pasto, en amante caricia traicionera. Una debilidad más, engendrada en lo profundo de mi retina: ver todo borroso al caer la tarde. Los busqué tras concluir el encuentro de la cura encomendada, indefensa ante el mal inadvertido. Tras resignarme a la derrota ante todo mal indicio, a lentos pasos salí de la espesura. Y allí la vi, y allá va sola, la estúpida perra al terminar la calle. La maldigo con tanto cariño comprimido, que en ese instante la furia apagaba todo candor. Llego a la puerta del dolor oculto, y él está sentado, en sus cuarto patas, con culpa y desahogo de encontrarme. Doy fin a la tarea, y ahora me encuentro aquí, recordando cada instante en que sufría.

miércoles, 7 de enero de 2009

Venus y la torre de luz

A través de la ventana se veían una serie de torres solitarias. Oscurecía, y eran aquellas torres las únicas que se veían, por su forma de separar triángulos entre redadas de algo desconocido. No se ve, pero en una torre, cuya luz ilumina alguna parte de terreno, hay un pájaro azul de naranjas patas y dorado pico. Él permanece en el borde de la torre, bajo la luminosa luz roja. Quiere alcanzarla. El mar quedó atrás, se empiezan a ver las luces de la ciudad que han anunciado la noche. -De pequeña, al sentarme en un escalón a la puerta de mi casa, podía ver una luz, una luz roja. Creía que era un planeta, una estrella que concedía deseos... deseos nunca logrados. Miro la torre y prosigo: nunca supe para qué funcionaba. Él me mira, y me dice: ¿acaso no era Venus...? Sonríe, sonrío. Y tristemente sólo le digo: si serás malo... . Aquel pájaro azul también tenía un deseo: poder besar una estrella. Así que extendió sus alas y se dirigió hacia la luz. Al tocarla, vio que no era una estrella, y lloró amargamente. Fue entonces que Venus le brilló dulcemente y le concedió sus labios. Tras sonreír quedamos en silencio.

El palomo que quería ser perro

La paloma se prepara para el vuelo. Mira hacia abajo: muchos carros y gente. Esta paloma (que más bien es palomo) tiene cierto miedo a volar: habría preferido ser un perro. ¿Por qué? No lo sabe, quizá porque los mira tan seguros en la calle con sus cuatro patas, ignorados o a veces apreciados por la gente. Ellos, por ejemplo, no pueden pasearse por las calles sin temor a ser aplastados o asustados en propósito por los niños. Es por esto que se les ve siempre en los techos, solitarios o en parvada, pero lejos del suelo. Este palomo odiaba todo aquello. Su familia había muerto de formas muy extrañas: se dice que su tío murió a causa de ser atropellado por un avión, pero algunos dicen que se fue a vivir a las playas. Su madre cayó de un anuncio de pollos porque tenía fracturada un pata, y su padre fue aplastado por un carro. No tuvo hermanos, y por tanto el palomo era muy solitario. Un día salí con el gran (torpe) perro blanco a la tienda. Un hombre que suele estar espiando de noche le llamaba "¡palomo!" y el perro, con cara de confusión sólo le miraba. El palomo (de alas y que por allí se encontraba) volteó sorprendido hacia donde creía aquel hombre le llamaba. Un error: estaba a media entrada del estacionamiento y un carro lo aplastó. Sólo tuvo un momento, antes de morir, para pedir un deseo: en la próxima vida ser un perro. Salí de la tienda y vi al pájaro muerto. Volteé la mirada y vi al perro picoteando en el suelo. Entonces el hombre me dijo: "¿a que no era palomo...?" Y de allí en adelante el gran palomo de cuatro patas suele caerse al suelo y hurgar en la basura, ignorando la comida de perro.

sábado, 3 de enero de 2009

Cicleto y su mundo

Acababa de reventarse la burbuja de jabón que había volado de su cabeza de caramelo. Las ideas no viajaban en nubes de algodón, sino que dormían bajo su cabeza por las noches. Aquel día había decidido dejar ir algunos sueños durante el baño, tras llenarse todo de lodo. La última burbuja hizo eco en sus oídos.

Cicleto era un niño que imaginaba ser una bicicleta. A gran velocidad dejaba todo detrás.

A veces se refugiaba en el azul de Darío.
A veces simplemente vivía su mundo.
A veces despertaba horrorizado.

Porque imaginar es un pecado...

Y llenarse la cabeza de caramelo como encubrimiento de sus temores en el pantanoso mundo en se encuentra despertado.

viernes, 2 de enero de 2009

El confesor

Está el padre en el confesionario de sombrío pasillo. Ella me susurra al oído: "confiésate" y yo le niego con un gesto. Era la hora de la comunión. El pequeño cuarto iluminado por una luz santa: sin pecado concebida. Inicio de año, almas en pena. Queda solo el padre, atrapado entre dos puertas, a la espera de nuevos pecados. No es así. No le queda más que suspirar y persignarse tras agobiante jornada, quizá. Quizá sea la contraria. Apaga la luz (¿qué será de lo divino? ¿dormirá su celestial pecado?). No puede pasar ante el altar sin sentir pena de su sotana de perfidia y tentaciones concebidas: baja la cabeza a culpa de otros, esclavo de la maldad inconsciente y arrepentida, quizá. A cortos y lentos pasos piensa en la razón de todo esto, tras un sorbo de azufre comprimido. Para no ser una más de sus maldiciones bendecidas sólo me le quedo viendo para escribir luego esto que tal vez no tenga misericordia o inocencia alguna.