jueves, 12 de junio de 2008

Entre el gris profundo...

Acudí en hacer existente el frenético ruido de la computadora al encenderse, entre esa oscuridad que dormía en la madrugada. En un momento de pesadilla con un sobresalto inesperado, me despertó. Tenía que encenderla. El silencio había irrumpido en su fantasía por acercarse a la luz. Bajé la pequeña escalinata, subí otra. Acabé al fin ese pequeño laberinto de escalones y confusiones escondidas... La oscuridad me esperaba, intranquila, abajo. Tenía miedo. Aún sin haberse quejado pese a la mudez de su naturaleza, prendí la luz. La oscuridad, tras reconfortante consuelo se disolvió entre esos watts, uniéndose a su amante imposible. Aferrándose, hasta ya no existir. Al percatarme de que el ruido aún no cesaba, pues no se hallaban en perfecta postura las herramientas de tortura disfrazada, me fui a la cocina. A través de la pequeña ventana se veía un gris profundo. Entre lo gris profundo se hallaban unos pájaros. Palomas, quizá. Dudé en saber qué eran, pues el tamaño de su cuerpo era más grande de lo normal. Estaban sobre los cables que colgaban de los postes de la calle, que sobresalían por encima del minúsculo techo, el cual habría sido el techo de mi casa años atrás. Pero antes de remontarme al pasado, observé a tres gatos que permanecían sentados a una distancia considerable, en forma de círculo, como si sostuvieran una conversación. No era así. Miraban absortos hacia algo. Los otros dos que días antes iban a mortificarles con araños y terribles maullidos no estaban ahí. Al menos no los veía. Temí que quizá sentían su presencia, más querían encontrarla sin ojos prestos a querer mirarles. Algo sí sabía: Letal, el gato fóbico a salir de la casa, permanecía durmiendo solo y tranquilamente frente al calentón. Volteé la mirada. Bisbirije, Obeso y Marta ya no estaban ahí. Esos tres gatos que me hacían dar vueltas con sus ojos... Ahora sí temí en serio al notar que tampoco los pájaros de rara naturaleza estaban en sus lugares. Entonces pensé: "¿Se los habrán llevado volando...?" Y me dio risa el pensar que habría en el cielo una parvada de pájaros de desconocida naturaleza cargando entre sus garras a tres gatos existencialistas. Jajaja. Pronto olvidé aquello y me sumergí en el gris profundo del cielo. Las nubes sin forma ni existencia me hacían respirar un aroma a olvidada nostalgia. Mi cuerpo, sujeto en la nada e inmóvil, caía entre el gris profundo del cielo. Caía... observé mi ayer arrepentido y mi mañana con esperanza; mi futuro inadvertido y mi pasado en una marca. El ruido había cesado. Me alejé de la ventana y me encaminé hacia la computadora. Era un arma perfecta, acabada de procesar. Tomé asiento. Vi la pantalla. De ser azul, puse un plano en blanco. En ello escribí:
"Entre el gris profundo del cielo..."
Una mañana lo vi. De pronto volví a recordar... Me pregunté en dónde estarían los gatos...

No hay comentarios: