No entiendo el lenguaje de los perros en las mañanas, ni por qué están desalojando el fin del mundo. Ni siquiera la razón aparentemente injustificada sobre la ausencia de unos y la soledad de alguien que nos hubo de dejar en su lugar, donde acostumbrábamos verle recostada siempre en los puntos precisos de la casa, o sentada en otros. Ya las noches no transmiten más nostalgia... La gente inventa la muerte para recrear nuevos planos o universos, donde no habrán de encontrarse más con aquellos que siguen los mismos pasos en el olvidado abismo de esto que llamamos nuestro hábitat natural. Es simplemente absurdo y aburrido para ellos. Quizá sólo era cuestión de recriminar los hechos que la vida nos juega, y más tarde habré de explicar por qué no he de entender el principio, o tal vez buscaba un buen fin. Fracaso.
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