miércoles, 25 de noviembre de 2009

Razón de nada

No hay necesidad de esconderse ni de ser escondidos. Los momentos que nunca vienen y que súbitamente aparecen se quedan ahí como la sombra del ayer. No hay excusa de ser, ni hay motivos para siquiera intentarlo. ¿Quién, realmente, tiene una manera de permanecer siempre incauto o extrovertido, de cualquier manera que lo defina como un ser? La persona que permanece a mi lado grita y se levanta desconcertado, mientras los demás le observan con escondida extrañeza que más bien pareciera una risa ahogada. Yo, mientras tanto, me pregunto cosas que no van al punto en un punto que se supone debería de corresponder al ritmo de los puntos acumulados en un mismo lugar a punto de colapsar unos con los otros. Callo, podría estar gritando también.
Que no hay ninguna necesidad, nada, puesto que todo es rutinario y pasajero, ¿para qué servirnos de la idea, irnos a esconder? Que la sombra del pasado se nos caiga encima y nos metamorfoseemos en él mientras untamos los pies en desgracias ajenas y oportunidades desperdiciadas, cuando las manos rotas se asemejan al ritmo de todo y de nada. La persona que hacía un momento permanecía a mi lado seguramente estará haciendo esto, recordando la causa desconocida que provocó sus gritos y ademanes desconcertados, pisoteando el infortunio de otros que siguen en lo suyo mientras él sin darse cuenta se siente revelado. ¿De qué nos sirven tantas cosas, si no habremos de sensibilizarnos siquiera por nosotros?

1 comentario:

nancy dijo...

Me gustaria hablar contigo en un terreno neutral, con la unica intencion de hablar contigo, pero sin preocuparme porque debas irte / irme a otro lugar. que dices?