jueves, 5 de noviembre de 2009

Otro no sé qué...

La primera noche me preguntó: ¿Les quedó bien los vestiditos a los pescados? Y claro que la miré extrañada, creí que ahora sí estaría delirando, cuando le respondí: "Sí..." Sin pensar realmente en serio la respuesta. Sólo quería llegar a acomodarme a su lado para compartir la imagen de los diversos vestidos flotantes, y temo que me la pasé riéndome durante toda la noche en la oscuridad solitaria de mis sueños olvidados...
La segunda noche me preguntó: ¿Trajiste contigo a los hombres de cartón? Y claro que la miré aun más extrañada, ya no podía creer ninguna otra cosa más, cuando le respondí: "¿De qué estás hablando, qué sueñas?" Pensando ahora sí en dicha respuesta, ya que me pareció interesante ello. Sólo que luego no pude comprender cómo es que no puse tanta atención a pescados con vestidos... (¡blasfema!) Y temo que luego pensé en alguna auto crítica más razonable para ofrecerme y quizá ofrecerle a los demás...
La segunda noche no terminó ahí, pues cuando hubo de darme respuesta, contestó: Qué bueno no los trajiste, porque luego quieren sacarme de la cama. Ante esto, no pude contener la maldad que me caracteriza en estos casos (que ya habían acontecido otros, pero no los recuerdo, sólo un golpe en mi estómago al grado de quitarme el aire y un "traéle la bolsa a la bebé porque ya se va..." hoy todos la extrañan) pues le inquirí: "¿Sabes qué...? Sí los traje". ¡Pero cómo, si yo llegué primero! ¡No me importa que tengan frío, a mí no me sacarán! (Silencio) ¿Cuantos son? "Cinco" ¡Pues sácalos, o los saco yo! Amenaza con voz de ensueño. No le hice caso. Entonces, en el momento menos esperado, al sentir un bulto próximo a ella, transcurrida una hora o media, sin movimiento, pero extrañamente pesado (tal vez los cinco se encontraban amontonados o acurrucados entre sí) ésta se dispone a cumplir venganza: la ahora hermafrodita con un sexo multiplicado al cinco y el otro enteramente ignorado, pasó a dormir la noche en donde sólo los cartones son bien aceptados sin importar estado u otros detalles, cubriendo el cuerpo de otros tantos que soñaban tener encima a cinco hombres de cartón, sin la intención de robarles territorio en el angosto callejón. Pronto descubrí la vocación de ser uno de ellos.

No hay comentarios: