lunes, 18 de enero de 2010

El que inconclusamente prosigue su camino y otras cosas

Inconcluso prosigue su camino.
¿Quién habría de interferir en su feliz andar por los confines de la inexistencia?
Al saludar a aquella sombra que creía le acompañaba gozosa y quizá admiradora,
los dedos uno a uno dejaban su rastro a lo largo de la acera.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿quién alguna vez lo recordaría?

Los sonidos de las máquinas no permiten al otro ser escuchado. La mujer no se moja con su impermeable puesto, las lecciones nada importan para tal ciencia al caer el agua. El insolente aquel ha abandonado su puesto: la avenida Astrónomos ahora puede ser ocupada por nuevos seres, cuando de galaxias ni planetas se habla. Ni qué mencionar el terrible sonido que ocasiona ese árbol con figura de mujer cuando en disputa con el aire se encuentra, o los atardeceres que juegan a ser rosas cuando ya llega la noche.

Las largas uñas relucen de entre sus delgados dedos. Sostiene alguna conversación telefónica mientras espera en su carro a que llegue alguien con tortillas bajo el brazo. Curiosos observan a través de los cristales frente a su auto. Fija y detenidamente observa a tales insolentes con mirada desfavorable. Los otros ocultan la risa bajo su máscara de ser profesionales: el ritmo continúa en la pausada editorial.

Ha llegado, hacía tiempo que no repasaba su rostro. Toma asiento, el piso era suficiente para seguir con su presencia. Ha llegado, hacía ayer que no repasaba su saludo. Toma postura, agita su mano al aire. Ha llegado, hacía un voltear de mirada que no me veía. El maldito espejo continúa su juego. Ahora se marcha.

Inconcluso prosigue su camino.
Sueño ha quedado del otro lado de la acera.
Esperanza permanece bajo los pasos.
Ternura se escapa al aire.
Enojo infiltrado permanece en la tierra.
Inconcluso prosigue su camino.
El resultado: ¿en dónde diablos he quedado?

No hay comentarios: