lunes, 25 de octubre de 2010

Grietas

Alguna vez he pensado que soy una especie de grieta levantada del suelo. Es confusa la sensación de extrañar aquella postura siempre inconfortable, porque ser una grieta es únicamente daño. Pero, no todo es absoluto ni mucho menos plano, dispensando la similitud de palabras. Déjenme explicarme: Absoluto es creer tener todo sin ningún límite y poder rodear sin más un espacio en blanco, blanco porque es puro y carece de manchas (ocasionando mareos y deseo de encontrarse con otras tonalidades). Ahora, la plenitud es extraña porque llega el temor de no tener otro rumbo y sentirse perdido al seguir algo aparentemente sin sentido, lo que haya a los lados podría ya resultar indiferente y claro que eso sería de preocuparse sin siquiera pensarlo. Por eso que creo necesarias las grietas, porque están ahí para advertirnos que hay algo en el camino de lo cual deberíamos cuidarnos. Pero no por esto que extraño ser una grieta, aunque al menos antes solía pasar sobre mí y percibir desde adentro que algo mal estaba haciendo; era entonces que dejaba de aplastarme y fijaba la vista a los alrededores para ver por dónde diablos iba avanzando. En estos tiempos voy como si diera vueltas o fuera paralelamente hacia ningún lado, porque tal vez me cansé de mirar todo desde abajo. Yo lo creía un error, todos ven las grietas como algo malo. Pero, ya que cambié de opinión... Me hallo en esta absurda contradicción de saber si realmente quisiera algo. Y sí lo sé, pero ahora no puedo regresar a mi antigua posición. Porque tal vez pueda hallar algo más que una grieta reflejada al paso, y no precisamente una catástrofe. Para eso, debo estar de pie y verlo desde alto.

No hay comentarios: