martes, 21 de abril de 2009

Retrato de los perros tristes

Sí... Ellos nos miraban con esos sueños vagabundos, perdidos, mientras íbamos al paso de la vereda. Sentados, queditos, no les quedaba más que sentir pena. Quizá algunos no sabían su destino; otros, habrían de escucharlo desde el aullido lejano de las últimas salas de laboratorio. Uno, que probablemente estaba siendo preparado para el sortilegio de la ya no existencia, luchaba sin fuerzas ante la insignificancia de aquel hombre uniformado. Era una varilla lo que le arrebataba del exterior en que siempre había vivido, era sólo la causa de andar solo por el mundo. Ellos nos miraban con esos ojos que no derraman lágrimas, sino que muestran el temor de su alma sostenida de un hilo. Íbamos al paso de sus últimos pasos, en un ayer en que nada era prohibido.

No hay comentarios: