martes, 16 de noviembre de 2010

La esfinge perpleja

¿En qué parte del cuerpo reside esa proclividad a lo inmundo? A veces se nos manifiesta claramente esa condición universal que nos inclina hacia cualquier forma de lo degradado; conformamos entonces nuestras aspiraciones a las determinantes siempre apremiantes del equívoco. Somos entonces como un error del dios; como una errata en un libro banal.
Imagen... instante...
¡Qué extraño es el orden de esas dimensiones!
Me hubiera confabulado conmigo mismo para escribir una novela en la que no hubiera un solo orden de la realidad que no estuviera involucrado como substancia misma de ese texto. Si yo consiguiera escribirla, eso querría decir que la substancia del mundo son las palabras... y, en cierto modo, que yo soy el dios.
Sí; porque la aspiración de ser dios es la más legítima (porque es la más alta que puede ser concebida).
La esencia del dios es su legitimidad como certidumbre del espíritu. Si los dioses no fueran tan patentes, el pensamiento sería imposible.
Los dioses son todo eso que no es la realidad.

1 comentario:

Capriceuse dijo...

holaaaaa
jejeje
pues volvi
a activarme
después de mucho
tiempo, me sorprende
que aun sigas escribiendo,
eso es bueno, me gustó el
final y erspecto a tu
comentario pues tienes razón
jejejeje,XD nos vemos luego
byeee cuidate!