lunes, 3 de enero de 2011

.

He estado en un sueño continuo. En él pasa inadvertido el comienzo del día en que me veo encerrada, porque los días siempre me atrapan tomándome por el cuello, siempre a prueba de voluntad y a la medida exacta de una caja hasta alcanzar el límite. Tal vez mi sueño se guarde en esa caja y es por ello que todo es tan continuo. Se suceden cuatro paredes, un suelo y techo para el transcurso del tiempo: una vuelta es el amanecer, otra el mediodía, tarde y noche. Los giros son tan imperceptibles que puedo manejarme bien dentro de ella. O al menos eso creí, porque esto fue sólo durante un tiempo, y hoy quisiera ver más arriba de ese cielo que nunca se abre. Esta mañana tuve pánico porque mi voluntad había exhalado su último suspiro la pasada noche, mi cuerpo yacía recostado quien sabe porqué en espera del alba tras ocurrido el percance. Ya que fui puesta a prueba descifré que posiblemente quería desfallecer para ya no ser un agónica superviviente y con frío. No fue así. Ahora me veo cayendo una y varias veces tratando de alcanzar el otro lado de ese mundo paralelo; es ahora la voluntad quien se encuentra agitando la caja, sonriente. Sé que ahora lo merezco por pensar en correr lejos, despertar del espantoso sueño doliente.

No hay comentarios: