miércoles, 7 de enero de 2009

Venus y la torre de luz

A través de la ventana se veían una serie de torres solitarias. Oscurecía, y eran aquellas torres las únicas que se veían, por su forma de separar triángulos entre redadas de algo desconocido. No se ve, pero en una torre, cuya luz ilumina alguna parte de terreno, hay un pájaro azul de naranjas patas y dorado pico. Él permanece en el borde de la torre, bajo la luminosa luz roja. Quiere alcanzarla. El mar quedó atrás, se empiezan a ver las luces de la ciudad que han anunciado la noche. -De pequeña, al sentarme en un escalón a la puerta de mi casa, podía ver una luz, una luz roja. Creía que era un planeta, una estrella que concedía deseos... deseos nunca logrados. Miro la torre y prosigo: nunca supe para qué funcionaba. Él me mira, y me dice: ¿acaso no era Venus...? Sonríe, sonrío. Y tristemente sólo le digo: si serás malo... . Aquel pájaro azul también tenía un deseo: poder besar una estrella. Así que extendió sus alas y se dirigió hacia la luz. Al tocarla, vio que no era una estrella, y lloró amargamente. Fue entonces que Venus le brilló dulcemente y le concedió sus labios. Tras sonreír quedamos en silencio.

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